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La Guardia Civil resuelve un asesinato de hace 34 años gracias al ADN

El Instituto Armado ha logrado conectar una desaparición sin resolver con un crimen cometido en 1991.

Un agente de la Guardia Civil con el retrato robot de la víctima, difundido en 1995. | Guardia Civil Asturias

La Guardia Civil ha conseguido identificar a una joven de Avilés asesinada en 1991, cerrando así uno de los capítulos más largos y enigmáticos de la crónica negra asturiana. Una resolución que ha sido posible gracias a los avances en las técnicas genéticas y al trabajo persistente de los investigadores, que durante años revisaron casos antiguos en busca de nuevas pistas.

La historia se remonta a octubre de 1995, cuando una mujer denunció la desaparición de su hija, de la que no tenía noticias desde 1990. Las primeras gestiones que realizaron los agentes no llevaron a ninguna línea de investigación para dar con el paradero de la joven, por lo que el caso quedó registrado en los archivos policiales de personas desaparecidas que son revisados regularmente.

El crimen de Reyes

En mayo de 2024, dentro de los protocolos de revisión de casos antiguos, los agentes de la Guardia Civil retomaron la búsqueda, y solicitando muestras de ADN a los familiares, buscaron coincidencias en las bases de datos forenses. Paralelamente, realizaron un análisis histórico del expediente que les llevó hasta una noticia publicada en 1991 sobre un homicidio en Langreo, conocido como el crimen de Reyes, en el que había fallecido una joven.

Por este homicidio fue detenido un hombre que confesó que había recogido a la víctima cuando estaba haciendo autostop en Oviedo y que esta había intentado robarle, lo que provocó un forcejeo entre los dos, momento en que él la acuchilló. Seguidamente la metió en el maletero y circuló hasta Barros, donde le contó lo sucedido a su pareja, que fue la que denunció al hombre ante la policía.

Nuevas técnicas de identificación

Tras comprobar que la víctima había fallecido desangrada en el maletero, decidió enterrar su cuerpo en cal viva. El cadáver fue hallado en 1995 pero el deterioro de los restos impidió su identificación, aunque sí se pudo realizar un retrato robot que fue publicado en los medios de comunicación.

Los agentes se percataron de que el retrato robot de la víctima del homicidio y una foto aportada por los familiares de la desaparecida tenían ciertas similitudes y gracias a las nuevas técnicas utilizadas en identificación de cadáveres por su ADN, los nuevos análisis llevados a cabo por el Instituto de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid han determinado que los restos óseos hallados en 1995 se corresponden con los de la joven desaparecida hace 34 años.

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