Juicio 11M: Sesión 26
Declaraciones que desaparecen


La jornada se presentaba rodeada de expectación porque declaraba Abu Dahdah, pero su testimonio
no aportó nada
. La fiscal, que le señaló como uno de los desencadenantes del 11-M pero que ni siquiera pidió su procesamiento, consiguió que el testigo vinculara la masacre con Irak. No dio para más.

Sí que fue llamativo el testimonio de la propietaria del Toyota Corolla al que doblaron la matrícula supuestamente para trasladar los explosivos. Ratificó lo que había adelantado hace meses El Mundo: que la Guardia Civil la interrogó sobre Suárez Trashorras y El Chino seis días antes de los atentados y que tras el 11-M declaró dos veces ante la Policía. Corroboró también que al juez Del Olmo sólo le llegó una de ellas en la que ya no figuraban los nombres del minero y el árabe. Según la testigo, la Guardia Civil le entregó una copia de las multas impuestas a su vehículo pero éstas nunca llegaron a su casa.

Fue también el turno de algunas víctimas del 11-M cuya comparecencia había sido propuesta por la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, presidida por Pilar Manjón. Su testimonio, estremecedor en lo personal, no sirvió sin embargo para averiguar qué ocurrió aquél día. Las defensas planificaron el interrogatorio para que trascendiera la crítica al Gobierno de Aznar y para arremeter contra las investigaciones periodísticas. Fue la parte más política del juicio ya que esta asociación consiguió que quedara constancia de la reprobación al anterior Ejecutivo en sede judicial.

Declaró también el jefe administrativo de la empresa Caolines de Merillés, que "no" notó en los meses anteriores al atentado "ninguna anomalía, alteración o desviación" que hiciera pensar "en una pérdida, robo o sustracción" de los explosivos. Es más, ratificó la declaración de su jefe, Emilio Fernández, que compareció con anterioridad, y dijo que la Guardia Civil realizaba controles en las minas. "Si hubiera encontrado anomalía nos hubiera puesto una sanción". También dijo que el tipo de explosivo utilizado en Mina Conchita era Goma 2 ECO. Sus palabras no las encajó bien la Fiscalía, que se dirigió al testigo de forma cortante.

Ante el tribunal también pasó uno de los viajeros que se encontraba en el tren que explosionó en la estación de Santa Eugenia. Reconoció a uno de los muertos de Leganés, Allekema Lamari, como una de las personas a las que vio aquella mañana en el convoy. Según su testimonio, al entrar al tren se fijó en "tres personas con unas mochilas" que le llamaron la atención por la tonalidad de su piel "oscura pero de un tono rojizo". Sin embargo, en el tren de Santa Eugenia estalló una única bomba y además fue la penúltima en explotar, un minuto antes que la de la calle Téllez.

En la vigésimo sexta sesión del juicio por el 11-M se repitió la cascada de testimonios de la jornada anterior. Había abierto la vista el dueño de la Kangoo que, según el sumario, usaron los terroristas para desplazarse con los explosivos hasta la estación de tren de Alcalá de Henares. Este testigo reconoció que tuvo que ser él, personalmente, el que devolvió la cinta coránica al juez Del Olmo. Cuando le entregaron el vehículo, esta cinta que no era suya estaba entre las pertenencias devueltas.

 
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