
Rocío Buffolo es abogada, cantante y se percibe a sí misma como un robot. Se implantó un chip a los 18 años en la médula espinal que combina inteligencia artificial con inteligencia emocional. Lo hizo para desafiarse tanto a sí misma como a la sociedad y además, como manera de protegerse emocionalmente ante las relaciones efímeras y vínculos frágiles que, asegura, hay hoy en día. Parece de película, pero asegura que es capaz de ‘enviar a spam’ a las personas que percibe que le van a hacer daño emocional. Parece que, una vez más, la realidad supera la ficción.
A nivel jurídico, utiliza la IA en su labor como abogada para buscar jurisprudencia, verificar textos y analizar pruebas, mientras que en el terrero de lo artístico, crea melodías y compone. A pesar de los beneficios que aporta la IA, reconoce los desafíos legales en cuanto a la propiedad intelectual y derechos de autor.
A través de sus redes sociales responde las dudas de sus seguidores y muestra su día a día con su perro robot, que enciende y apaga. ‘’¿Cómo haces tus necesidades?’’, le preguntan. Sus recientes declaraciones acerca de su vida sexual han dado la vuelta a las redes y ha generado una oleada de opiniones acerca de las relaciones y la tecnología.
Las declaraciones de Rocío Buffolo sobre su vida sexual
La chica robot asegura que tiene una manera muy particular de conectarse con su pareja, también robot. Podríamos decir que se conecta, literalmente, a ella. ‘’Sí, tenemos relaciones sexuales, a través del puerto USB" además, puede cambiar las características de su pareja a su antojo. ‘’Lo puedo cambiar como yo quiera’’.
Esto ha generado un claro debate donde hay dos posiciones entre los usuarios. Unos piensan que es una señal de deshumanización, que la intimidad no debe involucrar conexiones electrónicas o telemáticas, mientras otros opinan que es una evolución de los vínculos humanos.