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EL 30% VE FRAUDE EN SU COMPAÑÍA

El 38% de los españoles justifican los sobornos para salvar sus empresas

El 30% de los empleados españoles están convencidos de que su empresa podría estar cometiendo fraude y el 38% justifica el soborno si de ello depende la supervivencia de su empresa, según el último estudio internacional European Fraud Survey 2009 de Ernst & Young.

El 30% de los empleados españoles están convencidos de que su empresa podría estar cometiendo fraude y el 38% justifica el soborno si de ello depende la supervivencia de su empresa, según el último estudio internacional European Fraud Survey 2009 de Ernst & Young.

(Libertad Digital) Con la recesión económica, los empleados cambian su percepción de lo que consideran es un comportamiento aceptable en el ámbito de las empresas europeas.

Así lo demuestra el último estudio internacional “European Fraud Survey 2009” elaborado por Ernst & Young entre cerca de 2.250 empleados de grandes compañías, en un total de 22 países europeos incluido España.

La encuesta indaga en la percepción por parte de los profesionales de la ética e integridad de sus gestores, así como en las medidas que éstos ponen en marcha para evitar posibles prácticas empresariales fraudulentas.

El estudio pone de manifiesto la falta de confianza generalizada de los empleados en los gestores de sus empresas. Un 29% de los preguntados en España no confía en que su compañía esté libre de tener un fraude significativo. Y estrechamente relacionado con ello, también se pone en entredicho nuestra cultura de integridad y honestidad empresarial a la hora de sortear prácticas corruptas.

Sólo el 23% de los consultados apuesta por que su empresa actúe siempre con dicha integridad, casi la mitad que el porcentaje manifestado por nuestros colegas de Europa occidental: un 46%.

Nuestro país gana la partida en Europa a la hora de “saltarse las normas” con prácticas irregulares para conseguir sus objetivos empresariales: un 80% así lo manifiesta frente al 74% en el conjunto de Europa occidental. Entre dichos “atajos”, está el soborno; el 38% lo justifica cuando se trata de conseguir o mantener un nuevo negocio y con ello, ayudar a sobrevivir a las turbulencias económicas, un porcentaje por encima de la media de los países de su entorno.

Bien es cierto que las empresas han hecho un esfuerzo en los últimos años para combatir prácticas irregulares, como indica el 40% de los participantes, siendo las medidas más habituales: las auditorías internas, las auditorías externas y los mayores controles y control del gasto.

A pesar de ello, nuestros colegas europeos nos duplican a la hora de impulsar otras medidas como disponer de un código de conducta y establecer los mecanismos adecuados de detección de fraude como: auditorias externas e internas de detección de dicho fraude o revisión de los controles internos anti-fraude. Asimismo, es muy importante crear un programa de formación y concienciación entre los empleados de las compañías para evitar estas prácticas, aspecto en el que nuestros colegas europeos también nos superan.

Cuando se trata de identificar a los responsables del fraude, casi 3 empleados de cada 10 consultados no dudan en señalar a la dirección intermedia mientras que una cifra similar cuelga la etiqueta de fraudulento sobre la alta dirección.

En lo que hay menos duda para la mayor parte de los participantes españoles en la encuesta, más del 80%, es en señalar la responsabilidad del consejo de administración a la hora de implicarse personalmente para combatir el fraude en su empresa. Un porcentaje similar está convencido de que el Gobierno y los reguladores también deberían reforzar los controles y la supervisión con el fin de aminorar estas prácticas irregulares.

Lejos de convertirse en una conducta del pasado, el fraude en España parece que seguirá caminando en paralelo a las empresas, según se manifiesta en el estudio; el 64% de los empleados españoles está convencido de que éste aumentará ligera o significativamente en los próximos años frente al 54% que así lo indica de media de Europa occidental.

¿Qué factores favorecerán el aumento del fraude?

Fundamentalmente tres: las presiones por garantizar la continuidad de la empresa; los cambios en la estructura de la plantilla derivados de las reestructuraciones empresariales que se están llevando a cabo en la actualidad; y la falta de honestidad de los directivos.

En palabras de Ricardo Noreña, socio responsable del Área de Forensic de Ernst & Young en España, “tener una adecuada protección anti-fraude es vital para proteger la imagen de la empresa y evitar responsabilidades penales y civiles de los administradores y directivos.

Además, “aunque no existen estadísticas globales de cuánto supone el fraude interno y externo en términos económicos para las empresas, en nuestra experiencia, el ahorro que se genera al implantar planes de prevención, en muchas ocasiones, autofinancia este tipo de proyectos”, continúa.

El fraude en Europa

Aunque con distinta legislación en cada país en materia anticorrupción, las prácticas irregulares no están en general mal vistas en los países europeos, y el clima de turbulencias económicas enciende en ocasiones la mecha del fraude entre la alta dirección en Europa. La presión por sortear los números rojos y sobrevivir en el entorno actual hace que un 13% de ellos justifique falsear las cifras de sus balances como fórmula de seguir adelante, según el estudio.

También las situaciones de cambio en las empresas –compra-venta de negocios, reorganizaciones empresariales, despidos, etc. – constituyen un productivo abono para que prolifere el fraude corporativo; el 36% de los participantes en el estudio así lo cree y lo achaca a que determinadas políticas y procedimientos podrían ser pasados por alto cuando existen “vacíos de poder” o ciertos agujeros en los controles financieros.

También en Europa el buen hacer de los gestores empresariales queda en entredicho. De media, en los 22 países analizados, alrededor del 69% pone en duda la integridad de éstos, y en países como Francia e Italia, sólo el 12% pondría la mano en el fuego por un comportamiento ético de sus directivos.

 “Las empresas deberían actuar urgentemente ya que en época de turbulencias económicas como ésta se presentan las mejores oportunidades para el cambio; este es buen momento para reforzar una conducta ética en los negocios”, comenta David Stulb, responsable global de la práctica de Fraud Investigation & Dispute Services de Ernst & Young.

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