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ESTRENO: 8 DE ABRIL

Dragonball Evolution: modesto espectáculo de artes marciales sin gracia

Dragonball Evolution no es más que una ramplona y modesta fantasía de imaginación limitada, que en esta ocasión tiene la particularidad de haber violado la, dicen, brillante imaginería desplegada por el creador del manga original, Akira Toriyama.

Dragonball Evolution no es más que una ramplona y modesta fantasía de imaginación limitada, que en esta ocasión tiene la particularidad de haber violado la, dicen, brillante imaginería desplegada por el creador del manga original, Akira Toriyama.

L D (Juanma González) Pero para acercarnos al film en sí mismo, y dejando de lado su valor –ciertamente dudoso- como adaptación, lo que supone el espectaculito de James Wong es una inofensiva fantasía infantil de aventuras y humor, que pese a ciertos momentos de diversión y colorido moderado, no consigue superar un listón de mínima exigencia.

Dragonball Evolution no es ni mejor ni peor que otros films al uso, pero en ella se percibe un cierto desaprovechamiento del material originario en beneficio de un apresurado pasatiempo ligero sazonado de un humor simple (coartado también por la inocencia exigida por las necesidades comerciales del evento) cuyo colorido chillón no acaba de apoyarse en un diseño de producción al que le falta enjundia por todos lados.

Es por ello que, pese a algunos momentos de moderada diversión, el film dirigido por James Wong desaprovecha sus propias posibilidades (una saga anda rondando por ahí) y toma el camino fácil y directo, un espectáculo infantil que no lleva a ofender pero que ni se molesta en disimular la falta de rigor de su narrativa, apelando a su enorme brevedad (menos de hora y media) y falta de pretensiones para disimular la falta de agarre.

No obstante, los personajes son simpáticos, otra cosa es que se parezcan o no a los originales. Más grave es su falta de desarrollo en algunos casos, como el de algunos secundarios, y especialmente, el del villano Piccolo. Si hay algo que la película acusa es la sensación de cierta falta de oponentes, amenazas y objetivos verdaderos para los héroes, algo que sí es un fallo imperdonable. Pese a poder aprovechar las bases y las ideas de un producto ya realizado, el film no entra en materia ni se molesta en dibujar las ansiedades del enemigo de Goku, perdiendo una oportunidad de oro para aprovechar un personaje que se intuía carismático.

Así que al final, si uno se muestra dispuesto a consumir con absoluta indiferencia la inocentona sucesión de acontecimientos que alberga, se limita a deglutir un simplón e insustancial pasatiempo para niños que es. Pero uno se pregunta si el insustancial, aunque de vez en cuando vivaz y dicharachero espectaculito podía haber dado más de sí si hubiese existido verdadera voluntad de ofrecer algo genuino y coherente al espectador.

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