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SOLUCIÓN A LA PiRATERÍA SOMALÍ

¿Y si privatizamos el mar?

Desgraciadamente, el tema de los piratas es de rabiosa actualidad. Las noticias sobre piratas somalíes amenazando a marineros occidentales están a la orden del día. Pese a ello, aún hay quien, valientemente, alza su voz en defensa de los piratas (de antaño) desde un punto de vista económico.

Desgraciadamente, el tema de los piratas es de rabiosa actualidad. Las noticias sobre piratas somalíes amenazando a marineros occidentales están a la orden del día. Pese a ello, aún hay quien, valientemente, alza su voz en defensa de los piratas (de antaño) desde un punto de vista económico.

LD (Ángel Martín) Peter T. Leeson, profesor de economía de la Universidad George Mason, acaba de publicar un libro, titulado The Invisible Hook: The Hidden Economics of Pirates (El garfio invisible: la economía escondida de los piratas) en el que trata el fenómeno de los piratas del siglo XVIII desde un punto de vista económico. También es autor de numerosos artículos, como su Better Off Stateless: Somalia Before and After Government Collapse (Mejor sin Estado: Somalia antes y después del colapso del gobierno), donde concluye que el bienestar de los somalíes era ligeramente superior en el periodo de anarquía que bajo un gobierno establecido. 

En una columna reciente, escribió, no sin ánimo de polemizar, en defensa de los viejos piratas del siglo XVIII. Al contrario que los piratas somalíes, éstos (como el mítico pirata Barbanegra) no solo eran violentos y condenables ladrones de los mares del Caribe, sino que también se dedicaron a experimentar con algunos de los valores más apreciados por occidente, como la libertad, la democracia, y la igualdad.

De hecho, el autor arguye que los piratas se adelantaron a algunos de los triunfos políticos de la sociedad occidental. Cuando el sistema de gobierno que gozaba de mayor legitimidad era el de la monarquía no restringida, los piratas del siglo XVIII practicaban la democracia constitucional, basada en una serie de reglas de mutuo acuerdo que regulaban ciertos comportamientos como el juego, el alcohol o la resolución de conflictos. 

No sólo eso, sino que quizás el sistema de gobierno entre los piratas era superior al actual sistema político. Según relata Leeson, su sistema estaba lejos de ser tiránico, ya que “los miembros de la tripulación elegían a sus capitanes por voto popular y destituían democráticamente a aquellos que se atrevieran a abusar de su poder”.

Actualmente, la limitación y restricción del poder político mediante la elección de los líderes y la presión sobre ellos es más que discutible. Asimismo, los piratas del siglo XVIII crearon un sistema de asistencia social a aquellos que fueran heridos, o introdujeron la igualdad de ciertos derechos a los tripulantes negros, años antes que lo hicieran las potencias occidentales.

En otra de sus recientes apariciones en los medios, esta vez en el conservador National Review, el profesor Peter Leeson escribe sobre las medidas que se han propuesto para evitar futuros brotes de piratería. Entre éstas destacan el usar la fuerza con contundencia contra los piratas somalíes en sus costas o reestablecer la ‘ley y el orden’ en el país africano, para evitar que los piratas puedan prosperar.

Privatización de los mares

Pero la sugerencia del autor va más allá, y consiste en la privatización de los mares, especialmente de la costa de Somalia: “establecer derechos de propiedad privada donde no existen es la solución a alrededor del 90% de los problemas económicos mundiales. La piratería no es una excepción”. Según argumenta, la verdad de que ‘lo que no es poseído por nadie, es descuidado’, se mantiene también para los océanos: “la piratería es solo una manifestación de cuando nadie cuida lo que nadie posee cuando eso es el mar”.

En este caso, la ausencia de derechos de propiedad sobre las aguas costeras de Somalia ha generado una situación (“tragedia de los comunes” del océano) en la que no existe incentivo alguno para evitar las actividades que, como la piratería, destruyen su valor. Al no existir este tipo de incentivos, los piratas pueden ejercer sus actividades delictivas impunemente. “En cambio”, afirma Leeson, “si las aguas fueran poseídas privadamente, los propietarios tendrían un fuerte incentivo para maximizar el valor de esas aguas, ya que se beneficiarían de ellas”.

Por ello, sostiene que la comunidad internacional debería cambiar de opinión respecto a las acciones a tomar para evitar la piratería. En lugar de tratar de construir un Estado en Somalia que tratara de vigilar a los piratas, se deberían subastar las aguas costeras del país africano. Para el autor, no sería tan importante hacia donde van las ganancias de esa subasta, como que las aguas que no tienen ningún dueño, pasen a ser poseídas de alguna manera.

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