"El extendido tópico de que en España los presos entran por una puerta y salen por otra ni es cierto ni se sustenta en ninguna cifra oficial". Así es como el diario de Prisa inicia su gran reportaje (le didica toda una doble página) sobre las tasas de encarcelamiento en España y sobre la supuesta dureza del Código Penal.
De hecho, en una información a doble página, habla de que crecen las voces que abogan por "suavizar el Código Penal y favorecer la redención de penas". Para apoyar sus tesis citan a varios expertos.
En este sentido, El País cita a Luis Díez Ripollés, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Málaga, que asegura que "hace ya muchos años que se constata que la tasa de encarcelamiento no guarda relación con la criminalidad, sino con la política penal. Lo que ocurre en España no es que los jueces metan a más gente en la cárcel, sino que pasan mucho tiempo".
De este modo, el reportaje explica la situación que, a su juicio, viven las prisiones españolas ya que dicen que tiene la tasa de encarcelamiento más alta de la UE aunque uno de los menores índices de criminalidad. Esto vendría por "la dureza de las penas para delitos habituales, el continuo endurecimiento del Código Penal y la incorporación de nuevos delitos".
La propia secretaria general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, tiene una curiosa visión de lo ocurrido: "las prisiones españolas están llenas de pobres, enfermos, drogadictos. Suman más del 70%. La cárcel se está convirtiendo en el único recurso asistencial y ésa no es su función".
Otro profesor universitario, José Cid, apoya estas tesis y dice que "es totalmente innecesario estar tanto tiempo en la cárcel. El cumplimiento íntegro no es bueno desde ningún punto de vista porque aumenta la reincidencia".
Sin embargo, el reportaje también tiene algunos datos más realistas y acertados ya que el profesor Díez Ripollés también asegura que "el Código Penal es duro con el débil y débil con el duro", algo compartido por gran parte de la sociedad española.
Igualmente, la propia Gallizo apunta otro tema importante. "Está muy bien que cerremos los psiquiátricos, pero no los hemos sustituido por nada", sentencia. Y es que un 25 por ciento de la población reclusa sufre algún trastorno mental.