El tratamiento de las ya existentes está dirigido a favorecer de forma mecánica el flujo sanguíneo en sentido ascendente y a eliminar quirúrgicamente las venas varicosas superficiales que presentan insuficiencia valvular.
El tratamiento farmacológico, por sí sólo, es insuficiente para revertir o erradicar las venas varicosas, por lo que su utilidad se centra en aliviar la sintomatología y favorecer el retorno venoso: Analgésicos para aliviar las molestias de las varices de larga duración; tónicos venosos que aumentan el retorno venoso; agentes que facilitan la reabsorción del trasudado, y medicamentos que actúan disminuyendo la permeabilidad capilar, con lo que consigue disminuir la extravasación plasmática.
Los farmacéuticos aconsejan lavarse frecuentemente la zona varicosa con jabón neutro y secarla sin friccionar (son útiles las cremas hidratantes) así como masajes y maniobras que ayuden a exprimir y movilizar la sangre hacia el corazón. Con ello se previene además la aparición de úlceras varicosas. La compresión constituye el tratamiento clásico y más utilizado de las varices no complicadas, manteniendo la vigencia y eficacia en los resultados. Existen diferentes métodos como los vendajes compresivos y las medias elásticas terapéuticas.