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El verdadero origen no tan humilde de José Bono

Bono vendió en la entrevista-masaje en La Noria de Telecinco un origen más que humilde. Sin embargo, nada de eso se ajusta a la realidad y los que le conocen relatan que "los Bono eran los acaudalados de Salobre", poseían coches y que estudió interno en un colegio jesuita en Alicante.

El pasado sábado en La Noria Bono vendía su origen humilde, y lo hacía de una manera conmovedora, como si casi hubiese necesitado la ayuda de Cáritas. "Soy de un pueblo pequeño, de Salobre, soy hijo de un tendero y nieto de un arriero y de un labrador. Mire, con la verdad, se va a todas partes", afirmaba el presidente del Congreso.

Sin embargo, La Gaceta deja en evidencia al socialista y relata como "los Bono eran los acaudalados de Salobre" y allegados afirman que "era una familia que tenía dinero y que vivía holgadamente".

En este sentido, Bono hablaba de un padre "tendero" y ahí se quedaba. En verdad, poseían una tienda mixta, "de las que había antes. Vendía tejidos, calzado, de todo un poco" y durante bastantes años no tuvo competencia alguna. Además, su padre también trabajó como encargado de la Caja Rural.

El presidente del Congreso también hablaba de su "pobre escuela" donde "cada niño tenía que llevar una lata de sardinas llena de ascuas para calentarse". Pero igualmente Bono no tuvo una educación tan dificil. "No era habitual que una familia pudiera enviar a su hijo como interno a los jesuitas en Alicante y los Bono lo hicieron".

Además, su padre fue el alcalde, "una autoridad", durante 16 años y durante algo menos también fue jefe local del Movimiento.

La imagen que proyecta el manchego de su familia y su pasado, sobre todo tras su paso balsámico por La Noria, tampoco se corresponde con el hecho de que su padre "condujera un Morris, coche británico de moda en su momento, concretamente un Morris Minor. Su abuelo conducía un Ford y su tío un Seat 1400, del que sólo se fabricaron 2.500 unidades.

En otro artículo, Bono había llegado a asegurar lo siguiente: "también me gustaba estar en la Placeta, donde la llegada de cualquier coche era una novedad que no dejaba indiferente a nadie. Reconocíamos a los dueños por el ruido de los coches".

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