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'Divinity II: Dragon Knight Saga', rol fantástico bien digno

En ocasiones hay títulos de gran calidad que pasan desapercibidos frente a lanzamientos mucho más publicitados.

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En los últimos cuatro años el rol occidental ha tenido una gran tirada en el mundo de los videojuegos. Títulos como Dragon Age, Mass Effect o Fallout han cautivado a millones de usuarios. Pero hay vida más allá y a veces pequeñas joyas como Divinity II, que no han contado con tanta promoción, pueden pasar desapercibidas.

Lo mejor:

  • La ambientación está muy bien elaborada y nos anima a introducirnos en la historia.
  • La gran cantidad de misiones y posibilidades que nos ofrece el juego a lo largo de su desarrollo.

Lo peor:

  • La escasa inteligencia artificial de los enemigos hace que los combates sean en general muy sencillos.
  • Algunos fallos técnicos en las animaciones de los personajes.

Esta revisión de Divinity II: Ego Draconis nos sitúa en un mundo de fantasía similar al del imaginario de escritores como Tolkien. Un universo donde los dragones son el hilo conductor de la historia: una lucha encarnizada entre defensores y detractores de estas criaturas, mientras las fuerzas del inframundo tratan de aprovecharse de este caos.

Tomamos el papel de un cazadragones reconvertido en caballero dragón. Como es habitual en el género el personaje en sí carece de personalidad alguna y somos nosotros y nuestras acciones quienes decidimos el destino del mundo y la forma de ser de nuestro héroe.

Nuestra forma de jugar condiciona el desarrollo: podemos optar por ir directamente a cumplir las misiones principales y hacer avanzar la historia o por el contrario perdernos explorando el mundo y haciendo misiones secundarias. Al principio esta dicotomía puede resultar abrumadora por la gran cantidad de opciones a nuestra disposición.

Este planteamiento se ve plasmado desde una cámara en tercera persona al estilo de los juegos de acción. Un punto de vista muy bien utilizado que favorece la exploración y funciona a las mil maravillas. Los controles son sencillos y podemos personalizar casi todos los botones para asignar armas, objetos y hechizos.

En los movimientos llaman mucho la atención los enormes saltos que recuerdan a los hack and slash como Devil May Cry. A la hora de jugar este elemento añade un toque plataformero a las mazmorras y también a la hora de explorar el mundo y diseñar estrategias a la hora de esquivar ataques.

Como buen juego de rol que se precie los combates tienen un papel importante. En general los enfrentamientos son sencillos y la acción resulta un poco ortodoxa. No esperéis acciones brutales ni animaciones especialmente fluidas, sino más bien un ritmo lento con combos sencillos y sin mucha historia.

En cualquier caso los enfrentamientos son divertidos, variados y predomina la estrategia más que la acción directa. La única pega es la escasa inteligencia artificial de los enemigos, de la cual se puede abusar fácilmente para eliminarlos sin problemas aunque nos saquen varios niveles.

Si nuestras acciones deciden el devenir de nuestra aventura el árbol de habilidades hace lo propio en los combates. Podemos personalizar, a través de cinco ramas diferentes, las magias y técnicas de nuestro personaje.

A diferencia de otros juegos no son caminos cerrados y podemos aprender un poco de cada una y no centrarnos en una especialidad en concreto. De este modo podemos crear personajes únicos con estilos de combate según nuestros gustos y forma de jugar.

Las misiones

Avancemos en una dirección u otra las misiones articulan nuestro progreso. El número total, entre principales y secundarias, es muy elevado y le da decenas de horas de vida al juego. Las que avanzan la historia son generalmente más sencillas de seguir mientras que las secundarias nos pueden llevar bastante tiempo ya que de primeras no sabemos cómo resolverlas y requieren investigar bastante.

Investigar y explorar tienen su recompensa, todos los mapas están llenos de detalles. Desde los muchos NPCs que nos aportan pistas al leerles la mente con nuestros poderes de cazadragones, a los innumerables objetos que hay desperdigados en cada escenario.

Una buena muestra de la importancia de la exploración la encontramos en los puzzles y acertijos que hay a lo largo del juego. Pruebas que nos hacen recordar diálogos anteriores –tranquilos que si no os acordáis de algo quedan registrados en el diario– o superar retos de inteligencia y perspicacia. En general no son pruebas difíciles pero nos pueden tener un buen rato pensando la solución.

Aunque puede ser ardua, si nos gusta examinar cada pequeño detalle y escuchar cada conversación al final tenemos recompensa. Bien sea facilitando nuestro camino en el futuro u obteniendo mejores objetos y armas.

Una vez superado un punto de la primera parte nuestro protagonista se puede convertir en dragón y realizar misiones especiales. Fases que aportan bastante frescura al desarrollo aunque no alcanza cotas de mucha acción e intensidad.

En cuanto al nivel de dificultad Divinity no es un juego especialmente exigente pero cada cierto tiempo introduce baches donde el nivel de los enemigos sube drásticamente. En líneas general la curva de aprendizaje y dificultad está bien medida salvo al principio donde todo puede resultar confuso y algo complicado.

Dos juegos por el precio de uno

No debemos olvidar que aunque Divinity II: Dragon Knight Saga parezca un solo título, en realidad en el mismo disco van dos juegos: Ego Draconis, un remake de la versión original de PC con gráficos y control mejorado, y Flames of Vengeance, la secuela de éste.

Por lo tanto, nos encontramos con dos historias que se complementan y con muchos elementos en común: estilo de combate, exploración, árbol de habilidades, etc. Superar ambos juegos nos puede llevar unas 100 horas si nos dedicamos a realizar todos los encargos y explorar cada mapa al detalle. Sin duda, un valor añadido más de Dragon Knight Saga.

Apartado técnico

Desde el primer momento en el que empezamos a jugar y a deambular por el mundo de Divinity queda de manifiesto la gran calidad de los escenarios. El motor ha sido muy mejorado con respecto al original Ego Draconis. Diseños muy bien elaborados que nos sumergen en este particular mundo de fantasía. Mucha variedad y colorido que nos anima a recorrer y descubrir todos los rincones.

En contraposición el diseño de los personajes deja un poco que desear. Si bien es cierto que las armaduras y objetos están bien detallados, las caras son muy inexpresivas y las animaciones bastante toscas. Un detalle que no termina de estropear la experiencia de juego pero que podía haber sido más cuidado.

La banda sonora refuerza muy bien todo el apartado gráfico. No termina de destacar ninguna pieza pero le pone el tono preciso a cada momento y situación. Los efectos de sonido, en cambio, son bastante discretos y resultan monótonos.

Conclusión

Larian Studios, desarrolladora, y Focus Home Interactive, editora, dejan muy claro desde el primer minuto a qué público se dirigen: veterano del rol occidental. Si cumples con esta condición o estás dispuesto a tener paciencia y echarle horas, podrás disfrutar de una joya del rol moderno que, si bien no es el próximo Baldur's Gate, cumple con las exigencias de este nicho.

Notas

Gráficos

Una puesta en escena bella, colorida y detallada. Las animaciones y las expresiones fáciles son mejorables.

8

Sonido

Banda sonora discreta pero adecuada. Los efectos de sonido tienen muy poca fuerza y apenas aportan chispa a los combates.

7,6

Diversión

Un mundo enorme por explorar, muchas misiones y unos combates algo torpes pero divertidos. Muchas horas de diversión.

8,3

Total

Un buen juego de rol que cumple con lo que promete. Muy recomendable para los fans del género y la fantasía.

8

Divinity II: Dragon Knight Saga ya está a la venta para PC y Xbox 360 (versión analizada) a un precio de 46,95 euros con una calificación para mayores de 12 años, según el código PEGI.

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