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Rubalcaba habla de "poder" con Merkel y la paella arrasa entre la prensa alemana

Hasta los taxistas. "Saludos a Angela", decían entre risas y excitación ante la inusual nube de periodistas españoles, pero sobre todo extranjeros, que se congregaban a las puertas de La Moncloa. Venían del otro Palacio, el de la Zarzuela, primera parada de la cumbre intensiva hispano-alemana.

"Me alegro de verte. Ponte en el medio",le decía su majestad el Rey Don Juan Carlos a la canciller alemana Angela Merkel. "¿En el medio?, vale", se reían junto al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

De ahí, al Palacio de La Moncloa, atestado de prensa hasta la bandera, hasta el punto de que no cabían todos en las numerosas salas del edificio de Portavoz del Gobierno. La recepción oficial: en los Jardines del Complejo de la Moncloa. El primero en llegar: Zapatero, recibido por el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, José Julio Rodríguez. Conversaban hasta la llegada del coche oficial de la señora Merkel. Zapatero, nervioso, con ese gesto tan suyo de los puños cerrados cuando no sabe qué hacer con las manos.

No ayudaba la expectación que rodeaba al escenario. Junto a la comitiva, decenas de operarios y trabajadores de Moncloa se agolpaban para ver de cerca el esperado saludo.

Por fin llegaba, con menos puntualidad germánica de la que hacía gala en Zarzuela. Sonriente saludo y honores militares del Batallón de Honores del Regimiento Inmemorial del Rey número 1. Himno alemán, himno español y... la imagen. Angela Merkel pasaba revista... a las tropas. "Este es el total del día, la imagen, ¡nos pasa revista!", bromeaban los pocos periodistas allí presentes, entre los que se encontraba LD.

Las bromas seguían en el siguiente punto informativo del día: la tradicional foto de familia. Por las escalinatas de Moncloa bajaban primero los vicepresidentes y ministros. Muy buen rollo. Risas y bromas de todos. Algunos de más, como Trinidad Jiménez, que era incluso abrazada por su homólogo germano. Y otros, de menos, comoJosé Blanco, que no hablaba con nadie. Llegaban los líderes Zapatero y Merkel. En poco segundos, Rubalcaba se convertía en el protagonista. Con su hábil sonrisa, se acercaba a la canciller para hablarle al oído. "El poder, el poder", conseguíamos descifrar los periodistas, mientras Merkel se reía con el vicepresidente primero español. Zapatero, a su lado, inmóvil.

Después, el almuerzo. El menú: pastel de verduras, paletilla de cordero asada y mousse de fresón con helado de chocolate. A las 14:00 comenzaba ese almuerzo plenario. Un formato nuevo cuyo nombre se explica por la presencia no sólo de las delegaciones española y alemana sino también por los sindicatos y patronales de empresarios de ambos países y algunos responsables de las grandes compañías españolas. Durante la comida, dos frases de la canciller desveladas por Moncloa a este diario:

"La confianza de la economía española se ha recuperado". Y la otra: "Todo lo que he leído en la prensa no se corresponde con el motivo de mi viaje", decía Merkel en referencia el examen de las cuentas españolas y de la oferta de empleo de Alemania a los jóvenes españoles.

Paralelamente, los periodistas celebraban su almuerzo en el edificio de Portavoz. Entre crónicas de radio, tecleos incesantes y directos de televisión, un catering calmaba los sonoros estómagos de los informadores. La paella, lo primero en terminarse. El grupo más numeroso, el alemán, había cumplido con el horario europeo. "¡Pero si no quedan ni platos!", decían los españoles entre risas.

Con el tiempo justo para un cigarro en el patio de Moncloa y una crónica en los boletines horarios de las 15:00, comenzaba la conferencia de prensa. Rubalcaba y Salgado llegaban los primeros, otra vez. Rueda de prensa con preguntas pactadas de antemano, para la prensa extranjera y nacional. Zapatero, satisfecho al escuchar de voz de Merkel que "España ha hecho los deberes". Hierático, cuando le preguntaban a su homóloga germana si España tendrá que acudir a un rescate europeo. Se le ha hecho dos veces. A la primera, no contestaba. Y a la segunda: "Sí, efectivamente, no he contestado", ni se inmutaba la canciller. "Creo que no cabe hacer ningún tipo de especulación. Todas estas especulaciones... no es tan positivo, no es tan útil... cada uno tiene que realizar sus tareas y en el caso de España, los mercados van a tomar buena nota", contestó.

Zapatero respiraba tranquilomientras él y Rubalcaba, sentado en la primera fila, se intercambiaban sendos gestos de asentimiento. Complacidos por el mensaje. Atrás queda el enfado de los líderes de España y Alemania el pasado otoño cuando el presidente Zapatero acusó a Merkel de alimentar, con sus declaraciones, los ataques especulativos contra nuestro país. Hoy lo han zanjado.

Los 400 periodistas acreditados en Moncloacomenzaban a retirar sus bártulos de la sala de prensa. Entre risas, los extranjeros comentaban el cotilleo del día: por un fallo de protocolo, nadie ha estado presente para recibir esta mañana a Angela Merkel y su séquito en el aeropuerto de Barajas. Se reían porque, al parecer a la canciller le han hecho esperar.

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