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Fronteras porosas en el sur

Si bien es cierto que ahora las cifras de inmigración irregular son menos alarmantes que las de hace tres años, hoy los frentes abiertos son más y las expectativas de futuro peores.

Nada hay mejor que huir de los lugares comunes y de las falsas verdades que titulares como "La inmigración toca fondo" o "El SIVE blinda las costas meridionales españolas" transmiten a una población predispuesta a creerse mensajes fáciles y más si estos son tranquilizadores. Ideas como que nuestra crisis ya no nos hace atractivos como otrora, que no hay ya oleadas de cayucos con centenares de subsaharianos arribando a Canarias o que la Guardia Civil ha rematado el muro técnico de vigilancia, el SIVE, puede llevar a muchos a creer que el problema de la inmigración irregular que llega por nuestras fronteras meridionales es ya insignificante.

Si bien es cierto que ahora las cifras son menos alarmantes que las de hace tres años, hoy los frentes abiertos son más y las expectativas de futuro peores. Más allá de lo aparentemente anecdótico, el relativamente novedoso frente argelino se hace estructural y los cayucos siguen llegando a Canarias aunque con menor frecuencia, la situación socioeconómica en los países norteafricanos y subsaharianos empeora y alarmas como la hecha pública a fines de septiembre por el Ministerio de Sanidad marroquí sobre el posible impacto en el país de la gripe A si se transforma en pandemia dibujan un escenario dantesco con muchos marroquíes tratando de encontrar en Ceuta y Melilla o directamente en la península la atención sanitaria que en su país no tienen.

El 15 de septiembre varias pateras salidas de Orán (Argelia) navegaban con dificultades frente a Gata (Almería) y el mismo día un cayuco con 65 subsaharianos desembarcaba en Los Cristianos (Tenerife); el 18 de septiembre llegaban 90 irregulares en un cayuco interceptado al sur de Gran Canaria; el 19 de septiembre una cuarentena de subsaharianos naufragaba en aguas jurisdiccionales marroquíes cercanas a la isla española de Perejil sobreviviendo sólo once de ellos, todos ellos nigerianos; el 27 de septiembre llegaba un cayuco con 20 magrebíes a Teguise (Lanzarote); el 4 de octubre 70 irregulares argelinos eran interceptados frente a las costas de Almería en tres pateras; entre el 5 y el 6 de octubre hasta 21 embarcaciones dejaron en las costas de Almería, Murcia y Alicante a 235 irregulares, la mayoría de ellos argelinos habiendo entre ellos al menos 7 menores; y, como colofón de este inventario no exhaustivo, el 6 de octubre una barca de juguete era interceptada frente a Tarifa con cinco irregulares marroquíes, uno de ellos menor de edad. Los menores que llegan, y cada vez son más, se quedan pues desde 2003 no se ha repatriado ni uno desde Andalucía, comunidad autónoma que a 31 de julio pasado tenía en sus centros de acogida a 873 menores que ahí esperan tranquilamente a hacerse mayores. Además una sentencia del Tribunal Constitucional de 2008, año en que sólo una decena de menores habían sido expulsados desde otras comunidades autónomas, frena ya legalmente toda repatriación de menores cuyas familias no estén en condiciones económicas de acogerlos, es decir, todas. Por eso el Gobierno central y algunas comunidades autónomas se están volcando últimamente en crear centros de acogida en Marruecos.

Si el 5 de octubre el Ministro Miguel Ángel Moratinos prometía a Mauritania dos aviones de vigilancia y la rehabilitación del centro de acogida de inmigrantes de Nuadibú es en previsión de lo que se prepara. Por otro lado, en el otro extremo del Mediterráneo Occidental, Italia también hace frente a idéntico problema: el 20 de septiembre llegaba al sureste de Sicilia una barcaza con 130 irregulares, 13 de ellos menores.

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