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Emilio J. González

Moody's saca la amarilla a ZP

Para restaurar la confianza en la economía española, lo primero que tiene que hacer este Gobierno es articular una verdadera estrategia de lucha contra el déficit presupuestario, en lugar de llevar a cabo tanta operación dilatoria.

Como las desgracias nunca vienen solas, justo en el mes en que España se juega tanto en los mercados con la renovación de 25.000 millones de euros en deuda pública, a la agencia de calificación Moody’s no se le ha ocurrido otra cosa que advertir de que coloca los títulos del Gobierno español en perspectiva negativa, de que puede revisar a la baja su rating y, encima, acaba de hacerlo con cinco comunidades autónomas y amenaza con seguir por el mismo camino con varias entidades financieras. Vamos, por si las cosas no estaban ya suficientemente complicadas en los mercados para nuestro país, por si no albergaran ya bastantes dudas en relación con España, ahora viene este jarro de agua fría a las expectativas de poder realizar una colocación más o menos tranquila y a un coste razonable de la deuda que es necesario renovar para evitar la suspensión de pagos.

Por supuesto, en el Gobierno ya hay quien ha vuelto a desempolvar el tan manido argumento de la conspiración de los mercados y en los ámbitos económicos, políticos, académicos y mediáticos no ha faltado quien se los ha comprado. Pero lo cierto es que aquí lo que hay no es más que el puro y simple descrédito de la economía española y la creciente desconfianza hacia quien tiene que tomar las decisiones necesarias para sacarnos del tremendo lío socioeconómico en que estamos inmersos, que no es otro que Zapatero. El presidente del Gobierno se creyó que a los mercados se les puede engañar con los burdos trucos de un trilero de feria, decirles que va a hacer una cosa para calmarlos y luego llevar a cabo la contraria y ahora los mercados vuelven a enseñarle los dientes después del margen de confianza que le dieron tras la aprobación del decreto de recorte del gasto público y el anuncio de una reforma laboral que se suponía iba a abaratar el coste del despido y que, por ahora, se ha quedado en agua de borrajas.

Ese el problema principal de nuestro país: la falta de confianza en la economía y en sus gestores, como demuestra el hecho de que el diferencial de tipos con Alemania ha vuelto al entorno de los dos puntos porcentuales después de haber caído por debajo del punto y medio. ¿Por qué este comportamiento? Pues muy sencillo. En primer término, porque Zapatero ha elegido la estrategia equivocada para sanear las cuentas públicas. Es verdad que ha aprobado recortes, como el del sueldo de los funcionarios, pero también es cierto que sus planes se centran en no tocar lo sustancial del gasto que afecta a sus prioridades políticas y, a cambio, tratar de reducir el agujero presupuestario a golpe de subida de impuestos, lo que nos devolverá nuevamente a la recesión y, probablemente, provocará nuevas caídas en la recaudación tributaria en lugar de incrementarla. Es decir, que todo esto va a servir de muy poco de cara a reducir el déficit y encima lastrará todavía más ese crecimiento económico tan necesario para generar empleo.

Además, y por si no fuera bastante con lo anterior, Zapatero está incrementando el gasto a través de tanta deuda pública que el Gobierno sigue emitiendo tan rápidamente y a tipos de interés cada vez más elevados. Esos intereses implican más pagos por este concepto en los próximos años, cuando lo que hay que hacer es reducir el gasto público; con lo cual, la estrategia de ZP se revela no sólo como un contrasentido, sino contraria a lo que hay que hacer. La cuestión no es baladí, y mucho menos en este mes de julio, porque el margen para que aumente el diferencial de tipos con Alemania no es, precisamente, muy grande y cuanto más suban éstos y más deuda se emita, más cerca van a estar los mercados de considerar que nuestro país no será capaz de cumplir sus compromisos en materia de deuda pública, es decir, que podría caer en suspensión de pagos. Por ello, para restaurar la confianza en la economía española, lo primero que tiene que hacer este Gobierno es articular una verdadera estrategia de lucha contra el déficit presupuestario, en lugar de llevar a cabo tanta operación dilatoria y tanta maniobra para distraer la atención de unos y otros.

Lo mismo cabe decir de la reforma laboral. Esta nuestra economía tiene la característica de que sólo crece cuando crea empleo, pero para poder generar puestos de trabajo hace falta una reforma laboral que Zapatero abortó antes de nacer al desdecirse de todo lo que dijo los días previos a su aprobación en materia de coste del despido. ZP pensó que la buena acogida que dieron los mercados al anuncio del abaratamiento del despido bastaba para evitar caer en el abismo y, a partir de ese momento, se creció y dejó de lado, por inspiración sindical, los planes que había trazado para flexibilizar el mercado de trabajo y, de esta forma, poder crear empleo. Zapatero lo pensó y se equivocó.

Ahora los mercados, que se sienten nuevamente engañados, vienen de nuevo a presentar la factura pendiente, y lo hacen en un momento particularmente delicado para la economía española, por la simple y sencilla razón de que desconfían cada vez más de nuestro país y de quien está al frente de su política económica. Moody’s acaba de lanzar la advertencia y le ha sacado tarjeta amarilla a ZP.

En Libre Mercado

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