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Mal modelo, Erdogán

Erdogán está consiguiendo devolver a la Turquía moderna al Imperio Otomano. Y lo está haciendo, además, a la vista de todos y sin generar oposición alguna. Todo un éxito estratégico.

Turquía no era mal modelo para los países musulmanes durante el siglo XX. Ataturk llevó a cabo un proceso de secularización y modernización del país que pronto acercó al país a occidente. Bajo su tutela primero, y el ejército después, la estabilidad del país y su progreso económico y político le hizo ser reconocido por las democracias aliadas, convertirse en aliado de Estados Unidos y miembro de la OTAN. Desde luego, esta Turquía podría ser un modelo para muchos países, y de hecho lo fue para no pocos. A distancia, el ejército egipcio ha jugado un papel análogo en El Cairo, y aún trata de jugarlo tras la caída de Mubarak.

Cuando Erdogán llegó al poder en Ankara, algunos advertimos que pondría en riesgo el papel jugado por Turquía en dar estabilidad y seguridad a la zona. Sin embargo, se saludó su llegada con la etiqueta de "islamista moderado", y se le presentó como la prueba de que los islamistas podían integrarse en el juego democrático. Hoy, cuando se le presenta como modelo a seguir en los países árabes, podemos hacer balance.

En el interior, el país ha girado en los últimos años hacia el islam cuando no el islamismo, poniendo en juego las estructuras nacionales y su enganche con Europa. Ha provocado una fuerte división y malestar en las fuerzas armadas turcas –columna vertebral de la secularización turca– por la islamización del país y por llevar a cabo ascensos por criterios políticos. Sus reformas electorales han quitado poder a los partidos más laicos y seculares; ha cultivado a la Turquía más rural y musulmana frente a la urbana y moderna. Sus reformas institucionales caminan en una única dirección: mayor presencia islámica en el aparato del Estado.

En el exterior, el alejamiento de Europa en temas religiosos ha supuesto un frenazo a la idea de su entrada en la UE. Vetó unas maniobras de la OTAN en el mediterráneo porque acudía Israel; presionó para evitar que el escudo antimisiles fuese dirigido hacia Irán. Del año pasado son los dos episodios más agudos, el de la flotilla de activistas islamistas dirigida contra Israel desde puerto turco –seguida de una escalada retórica y diplomática contra los judíos–, y la maniobra junto con Lula para proteger el programa nuclear iraní de las inspecciones de la comunidad internacional.

Entre uno y otro, lo exterior y lo interior, las minorías étnicas y religiosas están sufriendo una presión creciente: los cristianos son perseguidos cada vez con mayor intensidad, y a Erdogán, por otro lado, no le ha temblado el pulso al reprimir brutalmente a los kurdos de una manera salvaje. Todo ello dentro de una reotomanización agresiva y nacionalista, que busca situar a Turquía como referente del mundo musulmán y país dominante en la región.

Recorte de libertades, represión de minorías, reislamización de un Estado laico, alianza con el Irán de los ayatolás y ruptura de la tradicional amistas y enfrentamientos con Israel. A esto hemos llegado en 2011 de la mano de Erdogán, el "islamista moderado" tan celebrado en su día. ¿Por qué señalarlo como modelo?

Por los islamistas egipcios, tunecinos y por los círculos islamistas europeos, está claro: Erdogán está consiguiendo devolver a la Turquía moderna al Imperio Otomano. Y lo está haciendo, además, a la vista de todos y sin generar oposición alguna. Todo un éxito estratégico. Cosa distinta y aún más escandalosa es que los europeos celebren como un éxito que los Hermanos Musulmanes pretendan emular a Erdogán en Egipto, como si no fuesen a hacer otra cosa que lo de aquel en Turquía, acabar con las estructuras seculares y laicas de lo que queda de régimen.

No nos equivocamos con Erdogán en su día y no nos equivocaremos ahora: si se da cualquier tipo de poder político a los islamistas egipcios, vestidos con el hábito de "moderados", Egipto irá a peor. E irá más a peor conforme más poder tengan. Deben ser excluidos del juego democrático, o dentro de un tiempo lo lamentaremos.

Mal modelo, Erdogán. Por lo menos para los que queremos un Egipto más libre y estable, y un Oriente Medio más seguro.

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