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Jake Sandoval

Arde el antiguo palacio de los Rothschild en París

El fuego acaba de una vez con uno de los símbolos del Paris de los últimos siglos.

El pasado miércoles se declaró de madrugada un fuego en la cubierta del Hôtel Lambert en París. Más de cien bomberos se involucraron en apagar las llamas. Aunque todavía no se sabe con certeza, los daños causados en el edificio son significativos, quedando las cubiertas y parte de la escalera destruídas. Se desconoce si la famosa galería de Hércules habrá sobrevivido al incendio.

El Hôtel Lambert se encuentra en la punta oriental de la isla de San Luis, bordeado por el rio Sena. Construído a finales del siglo XVII por el mismo equipo que construyó Versalles (Le Brun, Le Vau y Le Seuer) tuvo como habitante a Voltaire, quien vivió escondido en él con su amante. Durante el siglo XX, Alexis de Redé fue restaurando parte del mismo, organizando allí su célebre fiesta oriental. En 1975 Marie-Hélène, la segunda mujer de Guy de Rothschild, llamó a su marido al banco en la Rue Laffite para preguntarle si todavía se sentía joven como para cambiar su vida. Así fue como se enteró Guy de que la parte del palacio en la que no vivía Alexis estaba a la venta, y que su mujer estaba empeñada en que lo comprase. Guy, que se encontraba cerrando su espectacular castillo de Ferrières porque era demasiado grande para la vida moderna, acabó abriendo y terminado de restaurar una de las joyas del siglo XVII de Paris.

Guy era miembro de la quinta generación de la dinastía financiera más famosa de Europa, fundada por su bisabuelo Mayer a finales del siglo XVIII. Definidos tanto por su carácter de multimillonarios como por su origen judío, Guy nunca se avergonzó de ninguna de ellas, ni del toque excéntrico que siempre les caracterizó. Cabeza de la rama francesa, vivió una juventud privilegiada, cazando y jugando al polo, mezclada con momentos duros como la segunda guerra mundial, donde combatió como cualquier francés, sufrió la persecución a los judíos, y la expoliación de todo su patrimonio por el Gobierno de Vichy.

Su segundo matrimonio con Marie-Hélène le devolvió a Guy las ganas de vivir. Fue la época en que organizaron sus grandes fiestas, culminando en la fiesta por el centenario del nacimiento de Marcel Proust. Su amistad con Alexis de Rede les abrió las puertas del Hôtel Lambert, y fue esta época de cohabitación de dos íntimos amigos cuando el palacio volvió a su antiguo esplendor y se convirtió en uno de los centros de la vida social de París. Guy completó la restauración del edificio respetando el original e instaló en él su colección familiar de arte, incluido "el astrónomo" de Johannes Vermeer, una obra maestra con la que posteriormente pagaría un impuesto de sucesión al gobierno Francés.

Residiendo ahí le tocó vivir el momento más duro de su vida, cuando en 1981 Miterrand anuncia la nacionalización del histórico banco de la Rue Laffite. Guy tenía entonces 73 años y era la segunda vez que le hacían empezar de cero. La primera fue en 1944 cuando en plena Segunda Guerra Mundial consigue volver a Francia, y en la rue Laffite sólo quedaban 12 empleados, no habiendo depósitos. Guy nunca pensó que el populismo de Miterrand y el nuevo socialismo pudiesen llegar tan lejos, y abatido escribió un artículo titulado Adieu Rothschild que fue publicado en la portada de Le Monde y republicado en los principales periódicos mundiales. Se retiró al Hôtel Lambert a vivir.

En 2007, ya muerto Guy, el Hôtel Lambert fue comprado por el hermano del Emir de Qatar por 80 millones de euros. La renovación que pretendía hacer el Emir hizo que en su día hubiese mucha polémica por las reformas que pretendía llevar a cabo, y desgraciadamente parece que han sido las causantes del incendio que ha devorado el histórico edificio. Hay ya algunas voces que no dudan en opinar que el incendio pudo ser provocado, para así poder reformar sin ninguna limitación. Sea casual o fortuito, el hecho es que el Hôtel Lambert, emblema de la sofisticación francesa y de una forma de vida donde el trabajo se mezclaba con el placer, sucumbió a los dólares del oro negro. Su incendio y casi destrucción acaba de una vez con uno de los símbolos del París de los últimos siglos.

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