Corren tiempos difíciles para las operaciones inmobiliarias. La crisis ha golpeado con rotundidad al mercado inmobiliario, por lo que si lo que queremos es vender el nuestro, debemos cuidar todos los detalles que lleven al comprador a decidir desembolsar la cantidad que nuestro piso se merece. Aquí tenéis algunas claves que os pueden ser de gran utilidad.
La primera impresión. Es fundamental que la primeras sensaciones que transmita nuestra casa sean lo más gratas posible. Por ello debemos evitar todo aquello que pueda resultar desagradable en la visita de nuestros compradores a su futuro hogar. Así, antes que nada, hay que ponerle remedio a grifos que goteen, aparatos de aire acondicionado que hacen demasiado ruido, lámparas que parpadean en exceso o puertas que chirrían.
La limpieza. Una casa limpia siempre es más fácil de vender, por lo que cuanto más inmaculado esté todo, mejor. Sobre todo, es importante que reluzcan aquellas estancias más asociadas a la higiene, como pueden ser los baños y la cocina. Una cama bien hecha o una pared recién pintada también nos ayudarán a ganar puntos.
El orden. Si hablamos de limpieza, también debemos hacerlo de orden. La disposición de los muebles nos ayudará a presentar la vivienda como más o menos amplia, por lo que es importante intentar ganar el máximo espacio libre posible. Situar espejos en lugares clave, como, por ejemplo, al final de un pasillo, también nos ayudará a ganar metros allí donde no los hay.
La luz. Jugar con la luz también es fundamental. Debemos intentar que la visita a nuestro piso se haga en el momento en que más luz natural recibe. Para ayudar, levantaremos las persianas al máximo y usaremos cortinas de colores claros, que no resten luminosidad al espacio. Estas, en el caso de que la vivienda disponga de buenas vistas, será mejor que premanezcan abiertas, con tal de potenciar el hogar como un gran mirador. Unas macetas (sin abusar) con coloridas plantas en los balcones, también jugarán a nuestro favor.
Los pequeños detalles. Por último, cabe cuidar aquellos aspectos que más insignificantes nos puedan parecer, sobre todo cuando llegue el momento de mostrar el piso. Comprobar que el rellano y las zonas comunes están limpias, o que los buzones no están llenos de propaganda son pequeños detalles que pueden ser de gran utilidad. Aunque no tanta como intentar que la visita se produzca en los momentos más tranquilos del edificio, sobre todo si vivimos en una zona habitualmente ruidosa. Y si disponemos de plaza de garaje, qué mejor que dejar a los compradores que aparquen su coche en ella.