El joyero de la alta sociedad, Luis Gil, amasó una gran fortuna a lo largo de sus noventa años de vida. Fallecido el pasado mes de febrero, ahora sus herederos se disputan su herencia.
Gil llevaba tiempo retirado, pero es ahora cuando se ha sabido que, durante su ingreso hospitalario como consecuencia de un tumor cerebral, una de sus sobrinas acudió con un notario para firmar un último testamento que incluye propiedades de Gil.
Tal y como informa Beatriz Cortázar en ABC, entre esas propiedades hay un piso en la calle Serrano de Madrid, una casa en la sierra y otros inmuebles... además de las piedras preciosas acumuladas por el joyero a lo largo de su vida.
Todo ello habría ido a parar a manos de la sobrina, artífice de un cambio de última hora en el testamento que ha molestado al resto de la familia.
Gil, afectado de una dolencia cerebral en el momento de los cambios, modificó sus últimas voluntades mientras estaba ingresado en el hospital. Ahora la familia se cuestiona si la maniobra es legítima, y se plantea acudir a los tribunales para impugnar este testamento presuntamente orquestado por la sobrina.