Una reportera gráfica del diario ABC localizó a Jordi Pujol Ferrusola en un restaurante de la provincia de Gerona. Cuando este advirtió la presencia de la periodista, intentó taparse la cara y gritó, amenazador, la frase que da título a este artículo, más propia de Los Chunguitos (esos grandes amigos del expresident) que de la alta prosapia catalana de Jordi Junior.
Periodista, haz el favor:
no me saques ni una foto.
No me provoques, que exploto.
Y cuando exploto, es peor.
Márchate ya a tomar por…
tu más recóndita sima.
¡Chapa la cámara, prima!
Qué manía que os ha dado
con la familia Pujol.
Maldito Estado español,
que siempre nos ha robado.
Lárgate para otro lado
donde encuentres mejor clima.
¡Chapa la cámara, prima!
¿Que por qué pego estos gritos?
Pues lo aprendí de papá.
Y mi papi, claro está,
lo aprendió de Los Chunguitos.
No me toques más los güitos,
que mi gorila te arrima.
¡Chapa la cámara, prima!
Queréis sumir en el lodo
a una gente emprendedora
a la que su pueblo adora,
porque se lo ha dado todo.
Como te acerques, te jodo
la yema de la autoestima.
¡Chapa la cámara, prima!
Y es que nos queréis hundir,
sin tacto ni miramiento.
Esto ya es un linchamiento
del derecho a decidir.
Y yo te voy a crujir
por donde más te lastima.
¡Chapa la cámara, prima!
Tanto sacrificio, tanto
luchar por nuestra nación.
Tantísima abnegación…
se ha convertido en quebranto.
Mira, que si me levanto,
te cae una buena encima.
¡Chapa la cámara, prima!