...mis ojos ilusionados, se encontraba con los tuyos, y tu mirada dibujaba una sonrisa en mi cara.
Tumbados, con las manos fuertemente agarradas, contemplábamos cómo las nubes construían corazones con nuestras iniciales, mientras miles de fragancias se confundían entre suspiros, poemas y grandes promesas.
Los días pasaron y llegó el verano vestido de domingo y la calidez de los días trajo tardes de paseo, confidencias y besos de enamorados. El amor nos golpeó fuertemente el corazón y la satisfacción del alba traía la debilidad de los atardeceres, la luna aliada de los amantes invitaba a noches perfectas donde la ternura nos arropaba, nos abrigaba, nos envolvía.
El otoño pintó el paisaje de colores imposibles, mil hojas se adormilaban en las aceras, y nuestro amor se volvió sereno. La pasión del verano se volvió sosegada y nostálgica por aquellos maravillosos días vividos y el frío retuvo el frenesí del estío.
La tramontana trajo el invierno y el viento gélido del norte nos heló el cuerpo, y el alma, los suspiros se convirtieron en desazón, los poemas en silencios y las grandes promesas en grandes decepciones, el sol desapareció entre nubes que se agolparon para obrar grandes nubarrones. Odio este maldito invierno. No, no, por favor, espera, no te vayas, ¿no ves, mi amor, que los almendros comienzan a estar en flor?
Joan i Silvia