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El escándalo climático cuestiona la veracidad del calentamiento global

Por mucho que se diga, en climatología no existen demasiados consensos. Principalmente hay, o había, dos: el efecto directo del CO2 sobre la temperatura y las cifras de calentamiento del último siglo y medio. Pero ahora comienza a dudarse también de lo segundo.

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Los correos del Centro de Investigación Climática (CRU) de la Universidad de East Anglia han hecho resurgir las dudas sobre la veracidad de la magnitud del calentamiento que ha tenido lugar desde mediados de los años setenta hasta finales de los noventa. Al fin y al cabo, la principal fuente de la que el IPPC obtiene sus datos de temperaturas es el llamado HadCRU, un registro elaborado por el Centro Hadley y el ahora famoso CRU.

Dado que, "sorprendentemente", los científicos de estas instituciones mantienen buena parte de su trabajo en secreto, sólo tenemos del HadCRU sus conclusiones, es decir, los datos de temperaturas previamente cocinados. Al igual que sucede con las encuestas de intención de voto, el cocinado es imprescindible. Muchas estaciones meteorológicas han cambiado de lugar a lo largo de su vida útil, o el lugar en sí ha cambiado (por ejemplo, por la urbanización de terrenos antes rurales) o no se han registrado datos durante un periodo de tiempo. Además, hay zonas donde hay pocos o ningún registro y esos huecos han de ser calculados mediante una media de los datos de las estaciones más cercanas.

Sin embargo, a la vista de los mensajes de correo electrónico desvelados recientemente, cada vez más voces exigen que los datos originales, las razones por las que se seleccionan unas estaciones sí y otras no y los métodos y cálculos empleados para cocinar los datos sean públicos. Cálculos realizados en lugares tan dispares como Rusia, Nueva Zelanda o Alaska dan resultados distintos a los publicados, y aunque la explicación de los calentólogos puede ser perfectamente lógica y científicamente correcta, su comportamiento en el pasado exige una apertura total de sus datos y sus métodos.

El caso Darwin Zero

El ejemplo más claro y que más escándalo ha causado es el caso de la estación de Darwin Zero, en el norte de Australia, descubierto por Willis Eschenbach. Esta estación ha sufrido varios cambios. Antes de 1941 estaba situada en una oficina de correos y después en un aeropuerto. Evidentemente, un ajuste en esa fecha estaba más que justificado y el propio Eschenbach lo admite; el cambio, siguiendo los métodos del GHCN (Red Histórica Global de Climatología), sería de aproximadamente 0,6ºC.

En cualquier caso, en Darwin hay cinco estaciones en total. Dos fueron desechadas, seguramente porque son bastante modernas y no tienen datos antiguos. En cuanto a las otras tres, muestran datos "en bruto", es decir, sin cocinar, muy similares. Sin embargo, los científicos del GHCN decidieron aplicar esta corrección a dos de ellas, dejando la tercera intacta:

Luego hicieron la media de las tres para mostrar los datos de Darwin. No existe, según las propias normas del GHCN a la hora de ajustar datos de temperatura, razón alguna para esas alteraciones. Y tampoco parece normal un ajuste de 6ºC por siglo.

Alaska

Un análisis del profesor de la Universidad de Colorado Richard Keen recoge las estaciones disponibles en Alaska y calcula la media. El resultado es una reducción en las temperaturas entre 1935 y 1944 y un aumento en las posteriores a 1977:

Nueva Zelanda

La llamada Coalición de Ciencia Climática de Nueva Zelanda ha contestado a un artículo del Instituto de Investigación del Agua y la Atmosfera de ese mismo país (NIWA) en el que daba la alarma sobre el calentamiento local que había sufrido ese país. Lo hizo publicando la media de los datos "en bruto":

La acusación es similar a otras: pese a declarar lo contrario, el NIWA no ha publicado cómo ha llegado a ese resultado. Además, el encargado de hacerlo fue Jim Salinger, que antes de trabajar para esta agencia había estado... en el Centro de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia (CRU).

La Coalición ha explicado que el resultado se debe a que todas las estaciones menos una han recibido un tratamiento que ha aumentado el ritmo del calentamiento, sin que existan en la historia de las mismas razones de peso para hacer esos ajustes. Hasta la fecha, el NIWA sólo ha aportado argumentos para una de esas estaciones.

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