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Montilla premia a Paul Ehrlich, defensor del control de la población

Ehrlich es el peor futurólogo de la ecología. Predijo que antes del 2000 morirían de hambre unos 65 millones de estadounidenses y que Gran Bretaña habría dejado de existir para entonces a no ser que se controlara la población. Resultado: la Generalidad de Cataluña le va a regalar 100.000 euros.

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El entomólogo Paul Ehrlich ha sido galardonado con el Premio Ramón Margalef, otorgado por la Generalidad y dotado de 100.000 euros, que le entregará este jueves José Montilla. En declaraciones recogidas por la agencia EFE, ha asegurado que sus polémicas teorías de control demográfico para combatir el cambio climático "sólo son polémicas entre los idiotas" y que "el resto de la gente" apoya sus hipótesis para reducir la población.

En realidad, cabría concluir más bien lo contrario. Vista su incapacidad para comprender la sociedad y la economía, y los consiguientes errores en sus predicciones, sólo un idiota podría tomarlo en serio. El asesor de Al Gore y Obama se hizo famoso con la publicación en 1968 de su éxito de ventas The Population Bomb. En él aseguraba que la única medida que podía tomarse para evitar que las hambrunas asolaran la Tierra había que hacer "esfuerzos decididos y exitosos de control de la población". En caso contrario, "antes del año 2000" unos "65 millones de norteamericanos" iban a "perecer por inanición". EEUU sólo podía sostener una población de 150 millones de personas. Naturalmente, el gigante norteamericano ha podido incrementar su población constantemente hasta superar los 300 millones y no sólo no sufre de hambrunas sino que es exportador neto de alimentos.

En un artículo de 1969 aseguraba que "la mayoría de las personas que perecerán en el mayor cataclismo de la historia humana han nacido ya" y en 1975 que "antes de 1985 la humanidad habrá entrado en una genuina era de la escasez" en la cual "las provisiones disponibles de muchos minerales clave se estarán acercando al agotamiento". Años después afirmaría que "si yo fuese un apostador, incluso apostaría a que Inglaterra no existirá en el año 2000".

Esta declaración colmó la paciencia de Julian Simon, un economista que decidió ofrecerle una apuesta a Ehrlich y sus colaboradores, que relató en detalle Antonio Mascaró Rotger en La Ilustración Liberal. Simon apostó porque el precio de las materias primas bajaría y Ehrlich porque subiría, en línea con sus predicciones catastrofistas. Ganó Simon, naturalmente. El economista era consciente de que existía un "recurso fundamental" que los apocalípticos jamás tenían en cuenta: el ser humano, su capacidad, su ingenio, su inteligencia, su inventiva, que le permite solucionar problemas como los que Ehrlich considera que no tienen solución aparte de la imposición del Estado.

Ehrlich lleva unos días en Barcelona, en los que ha aprovechado para seguir halagando los oídos de los "idiotas". Así, continúa insistiendo en que los Estados Unidos deben volver a la población de 1945, unos 140 millones de personas. Y lo ha argumentado así: "Piense en España. Tiene un 20% de paro. Con un 20% menos de población vivirían mucho mejor."

Sin embargo, desde Adam Smith se sabe que la influencia del número de personas en la economía es en todo caso positiva, pues permite ahondar en la división del trabajo y del conocimiento. Y si nos ceñimos a los datos y a España, una simple gráfica elaborada por Juan Ramón Rallo, jefe de Opinión de Libertad Digital, basta para desmontar el argumento de Ehrlich:

Pero como la realidad nunca le ha hecho cambiar de opinión, pues su objetivo es el control de población al margen de que sea bueno o malo para la humanidad ("no existe el derecho a tener hijos", escribió mientras apoyaba que los gobiernos hicieran como la dictadura china), Ehrlich sigue a lo suyo, denunciando que instituciones como el Senado estadounidense no quieren adoptar las medidas necesarias por temor a la impopularidad. Menos mal.

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