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La proeza española que salvó al mundo de la peor epidemia

Javier Moro, premio Planeta 2011, rescata en A flor de piel el viaje filantrópico "más grande de la historia" y el devenir de veintidós niños milagro.

Javier Moro, premio Planeta 2011, rescata en A flor de piel el viaje filantrópico "más grande de la historia" y el devenir de veintidós niños milagro.
Javier Moro, autor de 'A flor de piel' | javiermoro.com

"No imagino que los anales de la Historia hayan aportado un ejemplo de filantropía tan noble y tan extenso como éste".

Son palabras de el doctor Edward Jenner, el inventor de la vacuna de la viruela sobre la "Expedición Balmis". El María Pita zarpó en 1803 desde La Coruña , un navío lleno de esperanza y de miseria. Partía hacia América con una veintena de niños huérfanos con la misión de erradicar una epidemia que se cebaba sin contemplaciones con todo ser humano que se cruzase a su paso. Sólo con el método "brazo a brazo", utilizando a los niños como portadores del suero, podría llegar en buenas condiciones a esos territorios tan lejanos. A principios del siglo XIX, la viruela, conocida como flor negra, mató o desfiguró a una quinta parte de la humanidad, por lo que fue considerada la plaga más difundida y más duradera.

Este es el contexto en el que se desarrolla A flor de piel, último libro del escritor madrileño Javier Moro, Premio Planeta 2011 por la novela El imperio eres tú. Moro nos trae "el viaje filantrópico más grande de la historia", una proeza española que ha quedado en el olvido. Balmis, un cirujano alicantino, se embarca en una corbeta con veintidós niños huérfanos con la misión de llevar la recién descubierta vacuna de la viruela a los territorios de Ultramar. Con ellos, Isabel Zendal, encargada de cuidar a los pequeños y la voz que narra esta apasionante aventura.

"Es una expedición poco conocida para la trascendencia que tuvo y la ejemplaridad de la historia", asegura Javier Moro a Libertad Digital. "Es una historia muy española. Hay un vasco, el capitán del barco; un alicantino, el director de la expedición; un subdirector catalán; la rectora gallega y el patrocinador castellano. Es una aventura que ensalza unos valores eternos", explica el escritor.

El objetivo era el más humanitario posible, pero, para ello, había que utilizar a los más indefensos: la mayor empresa humanitaria de la historia descansaba sobre las espaldas de la población más frágil y depauperada que existía. Eran niños huérfanos, abandonados, que después de ser utilizados por esta expedición, volverían a ser abandonados. No murió ninguno por el viaje, los que murieron fue porque partieron ya enfermos".

La misión se llevó bajo el auspicio de Carlos IV. "La viruela acabó con la dinastía de los Habsburgo en España, no fue una revolución, fue la enfermedad. Acabó con Luis XV de Francia y casi con la familia de Carlos IV, por eso estaba tan involucrado. Pero no sólo eran razones políticas. En los tres primeros siglos de la conquista, 90 millones de indígenas murieron por choque microbiano, casi siempre atribuido a la viruela", asegura Moro.

La decadencia que sufría España en este periodo ensombreció esta gesta. "Fue una luz en la oscuridad del final del imperio. Había muchos problemas más importantes que llamaban la atención: el desmiembre del imperio, guerras civiles en España, guerras en los territorios de América, el rey estaba casi en manos de Napoleón... Por eso, casi cayó en el olvido", explica el escritor.

Los tres protagonistas de A flor de piel llevaron la vacuna a México, Caracas, Bogotá o Filipinas, enfrentándose a una dura travesía para los pequeños pasajeros que los acompañaban. Sin embargo, esta no fue el único escollo que debieron salvar. "Hoy estamos acostumbrados a la idea de la inmunización, pero en esa época, decían que te iban a meter el mal que estaba matando. Era la primera vez que se mezclaban fluidos de animales con humanos, eso daba repulsión. Los curas decían que te iban a salir cuernos, iba contra la ley de Dios", explica Moro.

Y no solo el recelo de la Iglesia se interpuso. "Los mayores enemigos de esta empresa fueron los propios españoles", asegura. "Suscitaba mucha rivalidad entre los propios médicos, había un rédito político muy grande".

La Iglesia terminó por apoyar la misión. "La viruela era peor que el cáncer hoy, un tercio de los que la contraían morían, otro tercio quedaba con secuelas muy graves y los que sobrevivían, acababan con la cara picada, marcada para toda la vida. La vacunación levantaba muchas cuestiones morales, hoy en día hay personas en contra de las vacunas. Pero entonces, pronto los arzobispos vieron la ventaja que suponía encontrar un arma contra la viruela. Sin esta institución, no hubiera funcionado el método exportado por Balmis. Llevó el embrión de la sanidad pública, las Juntas de Vacunación. Si llegaron a vacunarse quinientas mil personas al paso de la expedición fue porque funcionó un protocolo de actuación", asegura.

Tres protagonistas

El escritor madrileño cuenta esta historia en la persona de Isabel Zendal. "Sin ella no había niños y sin niños no había expedición. Era la columna vertebral de la historia, la clave". La OMS la nombró en 1950 "la primeras enfermera de la historia en misión internacional" y la facultad de enfermería de Puebla de México lleva su nombre.

Balmis dedicó su vida a la medicina. "En Alicante y Madrid hay calles con su nombre. Era un hombre descrito como polémico, su mal carácter era legendario, pero era un gran organizador, un gran investigador, un hombre con unas capacidades de trabajo increíbles. Salvany, el auténtico héroe, era otro tipo de hombre, buscaba el consenso".

Con A flor de piel, Javier Moro solo espera una cosa: "Que el lector español se entretenga con la historia y esta expedición adquiera la importancia que se merece".

Javier Moro. A flor de piel. Editorial Seix Barral. ISBN: 978-84-322-2494-2. 496 páginas. 21 euros.

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