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Medianoche con Wilson Pickett

Se cumplen diez años de la muerte del genio del soul: sus interpretaciones son fogosas, abrasivas, intensas y emotivas como pocas.

Se cumplen diez años de la muerte del genio del soul: sus interpretaciones son fogosas, abrasivas, intensas y emotivas como pocas.
Wilson Pickett en agosto de 1978 | Corbis

Estos días hemos sido testigos del fallecimiento de algunos iconos de la música popular moderna, cuya influencia y calidad están fuera de toda duda. Quizá pasen algunos años antes de darnos cuenta de la importancia de su legado, que permanece en nosotros cada vez que escuchamos sus obras. Uno de esos artistas, que el tiempo hace aún mejor cada año que pasa, es Wilson Pickett. Diez años han pasado ya desde que un ataque al corazón se lo llevará lejos… aunque no tanto como para no escuchar su potente voz.

Nacido en 1941 en Prattville, Alabama, Pickett expone como pocos el abecedario de la música soul: sus interpretaciones son fogosas, abrasivas, intensas y emotivas como pocas. Se trata de un vocalista que cumple a la perfección la condición para que el soul llegue al alma: la comunión con el público, la implicación de cada oyente en cada frase, en cada nota. Un talento que le acompañaba desde su infancia, formada en lo musical por la unión de lo sagrado y lo profano, las iglesias y su góspel frente al calor de la calle y sus ritmos más viscerales. Al contrario de lo que se pueda pensar, ambas influencias se complementaban en géneros como el soul, que ganaba la expresividad de dos maneras tan distintas de entender la música, pero iguales en pasión.

Tras mudarse a Detroit en su adolescencia, huyendo de su madre y buscándose la vida junto a su padre, WIlson comenzó a figurar en varias formaciones de música góspel, con los que viaja actuando por gran parte del país. Ya en aquel entonces, en su tapiz de influencias tenemos como referencia clara el rock and roll animal de Little Richard, algo que se aprecia en estas interpretaciones. Tras varios años en el circuito gospel, se pasa al conjunto The Falcons, y logra su primer éxito con I Found a Love. El paso al circuito soul se hace efectivo, y comienza a grabar en solitario.

Es entonces cuando se produce el inicio de su éxito, aunque no de la forma esperada: Wilson Pickett entra en el despacho del productor Jerry Wexler, del sello Atlantic, con una demo de su canción "If You Need Me". Wexler la acepta, pero se la da a un grande como Solomon Burke, quien la convierte en un éxito, con el enfado resultante de Pickett. No obstante, no se desanima y logra sacar un par de canciones de éxito, como "It’s Too Late", antes de entrar en ebullición con su nuevo trabajo. El escenario, los estudios de Stax (subsidiaria de Atlantic) de Memphis. La canción: "In The Midnight Hour". El tema, de sexualidad latente, aunque inspirado en un himno religioso, conquistó las listas de R&B y entró en los primeros puestos de ventas en general. En la composición, tuvo como socio al genial guitarrista Steve Cropper, integrante de Booker T. & The MG’s, habitual músico de esta mítica casa de discos y factoría del apasionado southern soul.

En los años siguientes, Pickett facturó un buen puñado de temas memorables, entre los que destacan "Land of 1.000 Dances, Mustang Sally", "Funky Broadway" o su versión del "Hey Jude" de The Beatles. Su fuerza sobre el escenario rivalizaba con su facilidad para adaptar la obra de unos artistas que veneraban su entrega y autenticidad escénica. Así ocurre con otra versiones de finales de los sesenta (su época más celebrada), como son "Born to Be Wild", "Hey Joe o Sugar, Sugar". Al terminar la década, Wilson no obtuvo los mismos resultados en cuanto al gran público, aunque sí pudo formar su propio sello, y dedicarse a recorrer el mundo con sus grandes canciones.

Como prueba de su significado y calado en varias generaciones, no tenemos más que volver a ver la película The Commitments, en la que Alan Parker dedicaba no pocos homenajes al maestro: por un lado, hacía versionar a la banda temas como alguno de los citados, además de dedicarle una secuencia muy especial hacia el final del film. Un homenaje que llegaba quince años de la muerte del artista, al que hoy en día se sigue considerando un maestro del soul, sea de Alabama o de Dublín.

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