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Freddie Mercury: el verdadero espectáculo permanece

Se cumplen 25 años de la muerte de la voz más carismática del rock and roll. 

Se cumplen 25 años de la muerte de la voz más carismática del rock and roll. 

Un cuarto de siglo da para mucho. De hecho, la banda Queen necesitó mucho menos tiempo para situarse como una de las más grandes del planeta, en términos del mejor rock and roll, un mundo de estrellato y éxito en el que, muy a menudo, se tiende a olvidar. Aunque éste no es el caso, ya que 25 años no son suficientes para dejar de recordar a Freddie Mercury, el emblemático frontman de tan espectacular proyecto. Porque, aunque tendemos a colocar la etiqueta de "carismático" muy a la ligera, el adjetivo se ajusta a este músico como un traje hecho a medida.

Nacido bajo el nombre de Farrrokh Bulsara, Freddie eligió un alias artístico acorde al halo de estrellato que transmitía su garganta, y sintió poco a poco la llamada del arte en varias de sus formas, hasta que artistas como Little Richard aparecieron en su vida, actuando como el espejo en el que mirarse para encontrar el lugar adecuado. Ya sólo quedaba hallar el momento justo, que se reveló al atender a un concierto de la banda Smile, formada por Bryan May, John Deacon y Roger Taylor. La leyenda le otorga una frase mítica, en la que Mercury les dice que son una banda genial, que tan solo necesitan una cosa para ser los más grandes: a él.

Y su presencia es tan identificativa de Queen como su propia voz. Ante todo, él elige el nombre de la banda, ajeno a clichés sobre la orientación sexual, y establece a Queen como esa banda total, sin medias tintas, llena de una opulencia ante la cual casi cualquier otro proyecto parecería excesivo, barroco y hasta hortera, si se permite el adjetivo. Pero no Queen, no señor. Ellos sonaban exactamente como tenían que sonar: majestuosos, absolutos y definitivamente, carismáticos. Muchas bandas en años posteriores intentarían seguir sus pasos en términos de grandiosidad, demostrando el hecho de que aquellos zapatos les quedaban grandes a casi todos, aunque no a Mercury.

Ya desde sus inicios, quedó claro que su participación en la banda no iba a quedar reducida a su extraordinaria voz, pues supo transmitir la teatralidad sobre el escenario y aprovechar al máximo las posibilidades artísticas de su interpretación, y si lo pensamos bien, Freddie Mercury fue a la voz lo que Hendrix a la guitarra, en términos de espectacularidad y virtuosismo. Y más allá de eso, suyas son composiciones tan destacadas como "Bohemian Rhapsody", "Somebody to Love", "Don’t Stop Me Now", "Killer Queen", "Love of my Life"… todas ellas, entre las mejores de la banda, y también entre las más grandes del último medio siglo.

Su vigor escénico le permitió explorar formas tan diversas como el rock en todas sus variantes, el pop y hasta flirteos operísticos. No es de extrañar el encuentro artístico con otro animal inclasificable como es David Bowie, junto al que la banda grabó "Under Pressure". Otro al que también le une su testamento musical, grabado en el single "The Show Must Go On", un tema escrito para Mercury por su compañero de formación Bryan May. El tema constituía todo un esfuerzo, en el que el personaje escénico rendía homenaje a la persona que salía de escena (víctima del fantasma inflexible de un virus que no entendía de mitos): el telón caía para el vocalista, pero el show continuaba sin él… ¿o no? Porque, a pesar de haber pasado un cuarto de siglo, algunas cosas permanecen. Desoyendo aquel poema de Robert Frost, tan utilizado en el cine, ese primer brote dorado de la naturaleza que se pierde al terminar el día no desaparece, sino que resurge cada vez que alguien escucha la voz de Freddie Mercury por primera vez.

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