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Actriz de gala

En el adiós a María Asquerino

La biografía sentimental de "la Asquerino" fue pródiga en lances de cama con muy conocidos personajes de la vida artística madrileña.

La biografía sentimental de "la Asquerino" fue pródiga en lances de cama con muy conocidos personajes de la vida artística madrileña.
María Asquerino | Cordon press

Dulce Nombre de María Serrano Muro nació en Madrid el 25 de noviembre de 1925 (y no dos años más tarde, como ha difundido alguna agencia de prensa). Sus padres no estaban casados: eran los actores Mariano Asquerino y Eloísa Muro. Me contó María lo siguiente, que sonaba algo extraño: "Lo de Serrano en mi apellido fue porque había un amigo de mi abuelo materno, que vivía en casa y se llama Esteban Serrano. Yo me apellido Serrano por él. Lo llamaba abuelito".

Cuando María se convirtió en actriz profesional, eligió el apellido de su padre, Mariano Asquerino, un galán que en los años 30 y 40 del pasado siglo enamoraba a las mujeres: era un incorregible "donjuán". A María, por su aspecto grave aun en su primera juventud, le daban papeles de mala, en el teatro y el cine.

Su primer galán, en la escena y en la vida real fue Armando Calvo (lo recordarán, probablemente, de cuando rodó El último cuplé). En 1948 hizo de amante de Jorge Negrete en el filme Teatro Apolo, cantante de rancheras, del que ella me dijo: "Era odioso y antipatiquísimo". Se casó María con diecisiete años; hasta entonces había vivido pegada a las faldas de su madre. Boda desgraciada: a los dos años se separaron. Él era un actor de la compañía de revistas del madrileño Teatro Martín, Alfonso Estela. Muy celoso, la amenazaba de muerte, le impedía firmar contratos donde tuviera que besar a su oponente masculino. "Separarse entonces tenía su importancia y había que ocultarlo. Como vivir sufriendo no me apetecía, me marché de casa".

Tiempo después, se "enrolló" con Jorge Mistral, otro de los grandes galanes de la época, cuando rodaba la película Currito de la Cruz. Mantuvo en la década de los 50 y primeros 60 otros romances, entonces no publicitados en la prensa, con actores de gran relieve: Fernando Fernán-Gómez, José María Rodero, el matador de toros y apoderado Domingo González Dominguín (hermano mayor de Luis Miguel)... Orson Welles quiso ligársela en Cannes, adonde María había acudido –pagándose ella misma los gastos- al Festival de Cine de 1951, donde competía la película Surcos, que fue su primer gran papel en la pantalla. Bailando, el actor y director de Ciudadano Kane, apretándola junto a su pecho, quiso llevársela a su habitación. Y María, llamándolo "Ojos verdes", lo rechazó violentamente.

​Tenía María Asquerino la afición de cantar para sus amigos. Estando una noche en Bourbon´s (uno de los primeros locales que hubo en Madrid dedicado al jazz), Ava Gardner le pidió que cantara para ella. Y la actriz madrileña la complació. Nunca, desde luego, se le ocurrió grabar discos. En esos primeros años 50 la anunciaban en las carteleras como Maruja Asquerino. Nombre que trocó por el definitivo de María Asquerino, por consejo del director cinematográfico Juan Antonio Bardem, tras estrenar Madrugada, de Buero Vallejo, en 1953. Consagrada a partir de entonces en las tablas, tuvo nuevos galanes: Alberto Closas, Paco Rabal (de la que ella decía era "un trueno" tras una corta relación amorosa), Carlos Larrañaga, Arturo Fernández... Luego convivió con un coreógrafo francés, que "le puso los cuernos a María" con Marujita Díaz... En fin: la biografía sentimental de "la Asquerino" fue pródiga en lances de cama con muy conocidos personajes de la vida artística madrileña. Alguno de ellos le supuso un inesperado incidente. Por ejemplo, éste: a finales de los años 50 vivía una apasionada historia con el también gran actor Agustín González. Enterada quien por entonces era la pareja de éste, la actriz María Luisa Ponte, se presentó una noche en Oliver, lugar que frecuentaba la farándula, y se dirigió a María Asquerino, tirándola de los pelos y dándole bofetadas. No se arredró esta última, aunque aquella ganara "por puntos" la  pelea, entre el estupor y la hilaridad de quienes llenaban el local, casi todos compañeros de las ocasionales púgiles.
 
​María Asquerino tuvo más triunfos: el más señalado con el drama histórico teatral Anillos para una dama, que le escribió Antonio Gala, estrenado en 1973. Con Luis Buñuel rodó en 1985 Ese oscuro objeto del deseo. Se retiró en 2008. Ya estaba muy cansada, tras casi siete décadas en activo. Vivía modestamente en soledad en su piso cercano al Parque del Retiro madrileño. La traté, sobre todo, muchas noches de bohemia en la discoteca Bocaccio. Y tras una primera apariencia de mujer con aspecto duro, agresivo o distante, se escondía un ser maravilloso, tierno, sensible, lleno de humor, amenísima conversación, en el que se traslucía una gran cultura, una gran humanidad. ¡Descansa en paz, querida María!

 

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