Rory Delap (Sutton Coldfield, 6 de julio de 1976) es un veterano centrocampista anglo-irlandés del Stoke City –el club en el que se crió futbolísticamente el mítico Sir Stanley Matthews– cuya gran habilidad no es el toque, ni el desmarque, ni el regate. Su fuerte es una jugada que normalmente no es demasiado productiva en el mundo del fútbol como es el saque de banda.
Con una fuerza y destreza fuera de lo común, Delap es capaz de convertir un saque de banda desde cualquier posición adelantada en una jugada de gol. Este sábado, por ejemplo, lanzó tres saques contra el Manchester United en el Britannia Stadium (1-1), en partido correspondiente a la sexta jornada de la Premier League. Los de de Alex Ferguson tuvieron que sufrir para achicar todos los balones que Delap, conocido como El Tirachinas, puso en el campo desde la banda.
Y es que se trata de una jugada ciertamente difícil de defender. Primero porque no es algo a lo que los defensas estén acostumbrados a enfrentarse. Después, porque es complicado simular este tipo de jugadas en los entrenamientos si no se tiene en tus filas a un jugador que consiga las marcas de Delap.
Uno de los principales secretos para que este veterano jugador, que competía en lanzamiento de jabalina cuando era pequeño, lance tan largo y tan fuerte es que previamente se seca las manos con una toalla, que le es ofrecida por un recogepelotas del Stoke City que se acerca a él.
El reglamento no dice nada respecto a si se puede secar el balón con una toalla antes de un lanzamiento de banda, aunque algunos entrenadores de la Premier League quieren que se prohíba, mientras que otros como Arsene Wenger, técnico del Arsenal, bromean al respecto.
La jugada ha dado más de sí de lo que la gente piensa y el Burnley ya intentó contrarrestar los saques de Delap acercando las vallas publicitarias al campo cuando los potters –así son conocidos los jugadores del Stoke City– visitaron Turf Moor la pasada temporada.
Polémica de la toalla al margen, Rory Delap es capaz de enviar al área el balón a unos 60 kilómetros por hora y, además, con más precisión que la que logran muchos jugadores con el pie. Todo un arte que, además, le está generando pingües beneficicios al club de Stoke-on-Trent al comprar los aficionados la famosa toalla que utiliza el jugador.