En un abarrotado Eden Park de Auckland, la capital neozelandesa, los All Blacks han conseguido su segunda Copa del Mundo, precisamente en el mismo escenario y ante el mismo rival que en la anterior ocasión, hace 24 años-
Los franceses sabían que no eran favoritos, pero supieron jugarle a los oceánicos de tú a tú, e incluso tuvieron la oportunidad de ganar. Pero los All Blacks jugaban en casa, en su estadio talismán, donde no pierden desde hace 17 años.
Nueva Zelanda se adelantó en el marcador gracias a un ensayo del pilar Tony Woodcock, que rompió la línea francesa pero el mediomelé Piri Weepu, poco acertado en el lanzamiento a palos, no pudo rematar (0-5).
El Quince del Gallo supo reaccionar cortando todo el avance de los de negro y sostuvo la posesión el resto del encuentro. Una trepidante primera parte donde demostró su mejor juego, mejor que el resto del Mundial, pero en la que le faltó determinación a la hora de meter puntos.
Esa falta ejecución de las jugadas- unida a la férrea defensa neocelandesa -111 placajes acertados- impidió que trasladaran al marcador la superioridad que se estaba plasmando en el terreno de juego.
La primera mitad terminó con los anfitriones dominando el luminoso y los franceses buscando la zona de ensayo. No fue el día de los aperturas; ambos se lesionaron y tuvieron que ser sustituidos.
La segunda parte comenzó con un golpe fallido de Francia que fue contestado por el apertura suplente, Stephen Donald, que aumentó la ventaja tres puntos, hasta el 0-8. El Quince del gallo veía cada vez más lejos el sueño de conseguir su primera Copa del Mundo.
Pero un fallo de manejo de Piri Weepu fue aprovechado por Dimitri Yatchvili para acercarse a la zona de marca neozelandesa. Finalmente, el capitán francés y hombre del partido, Tierry Dusautoir, posó el balón bajo palos consiguiendo el ensayo. Con la conversión, Francia se ponía a un punto (7-8). El sueño era posible todavía.
Pero a pesar de la presión gala, los All Blacks defendieron con uñas y dientes, y el partido terminó con ese resultado. La generación más talentosa de la historia del rugby conseguía el premio de la Copa del Mundo. Nueva Zelanda estallaba en júbilo, y lograba su segundo Mundial.
Ficha técnica
Francia, 7: Poux, Servat (Szarzewski, m.66), Mas (Barcella, m.66), Papé (Pierre, m.70), Nallet, Dusautoir, Bonnaire, Harinordoquy; Yachvili (Doussain, m.76), Parra (Trinh-Duc, m.23); Palisson (Parra, m.23 y Temporal Trinh-Duc, m.12), Mermoz, Rougerie, Clerc (Traille, m.46) y Médard
Nueva Zelanda, 8: Woodcock, Mealamu (Hore, m.49) Franks, Thorn, Whitelock (Ali Williams, m.49), Kaino, McCaw, Read; Weepu (Andrew Ellis, m.50), Cruden (Donald, m.34); Kahui, Nonu (Sonny Williams, m.76), Conrad Smith, Jane y Dagg
Marcador: 5-0, m.15: ensayo de Woodcock. 8-0, m.46: golpe de Donald. 8-7, m.48: ensayo de Dusautoir, que pasa Trinh-Duc
Árbitro: Craig Joubert, de Suráfrica
Incidencias: Final de la VII Copa del Mundo de Rugy. Estadio Eden Park, de Auckland. Lleno. Dusauotoir fue elegido mejor jugador de la final