No lo dejaron caer ni lo tiraron, sino que en su afán de llevarlo rápido a la ambulancia para que fuera atendido (25 metros) tropezaron y se cayeron todos. ¡Es muy distinto a lo que decís!
Cuando alguien muere, todo son elogios, al tiempo que se olvidan sus defectos.
Pero Simoncelli, que no dudo que fuera un buen tipo y alegre compañero, era un peligro a horcajadas de su moto, como era el comentario de todo el mundo antes del accidente. Muchas veces oí decir que con su manera de conducir —absolutamente egoísta y desconsiderada: yo voy a lo mío y si se pone alguien por medio me lo llevo por delante— iba a acabar matando a alguien. Hubo suerte y el que acabó muriendo fue él. Mejor que no hubiera muerto nadie, pero de ser alguien, mejor él, que murió por su culpa y por su arriesgada forma de pilotar, que no otro inocente, sin más culpa que correr en la misma carrera y no dejarle adelantar por donde no había sitio para hacerlo. Él descansará en paz. Sus colegas, también. Y, además, respirarán tranquilos.
@Montsean Por esa regla de tres Toni Elías debería haber abandonado este mundo hace años. No es justo. Puede que en alguna ocasión se haya pasado de la raya pilotando, pero no por eso era ningún peligro. Era igual de peligroso que todos los que quedan en la parrilla.
Un saludo