Pobrecilla, la culpa no es suya; es de Contador que se metía por la noche en su casa y la inyectaba EPO sin que ella se diera cuenta.
Por cierto, el que no necesitaba doparse es el marido de Jeannie: Sólo tenía que encender la luz del dormitorio por la noche y mirarle la cara para ser capaz de batir el record mundial de 100m libres.
En el pecado llevan la penitencia los gabachos.
Las bandas de traficantes con doping están en guerra. A ver si el resultado es que acaba habiendo menos drogas en el deporte… aunque no creo que vaya a ser así, la verdad.
Vaya, estrapolamos como hacen los franceses? Mira que si lo hacemos, lo mismo podríamos decir que hasta su presidente está hasta las cejas. Pero claro, no somos iguales que ellos en estos temas, afortunadamente. La envidia les corroe.