El rendimiento de Cesc Fàbregas ha caído en picado en los últimos meses. El jugador de Arenys de Mar llegó al Barcelona como un hijo pródigo, presionado por el esfuerzo que el club había puesto en su fichaje y con la total confianza de Guardiola.
Sin embargo, había quien criticaba el fichaje porque consideraban que el Barcelona ya tenía suficientes hombres de centro del campo y que la prioridad era reforzar la defensa. Cesc, en cambio, borró de un plumazo cualquier atisbo de duda sobre la idoneidad de su fichaje con unos primeros meses de competición primorosos.
El catalán jugó en una posición del campo un poco más adelantada de la que estaba acostumbrado en el Arsenal, lo que le permitía llegar con cierta facilidad a la portería rival. Fruto de ello fueron los numerosos goles que marcó el cuatro, algunos de ellos de auténtico delantero centro como el de San Mamés.
Su rendimiento, sin embargo, ha caído en picado en los últimos meses. Ese bajón en su juego le ha llevado a tener que ver algunos partidos desde la grada o desde el banquillo, algo poco habitual para el excapitán del Arsenal. Algo sucedía con Fàbregas.
Guardiola le está intentando rescatar para el final de temporada y está siendo un fijo en las alineaciones de los últimos partidos. Su rendimiento no está siendo nada bueno y está aportando bastante poco en los partidos que juega su equipo.
Su numerito en Valencia
El encuentro ante el Levante no fue una excepción. Cesc pasó de puntillas por el Ciudad de Valencia. Apenas aportó nada y, sin embargo, protagonizó la jugada más curiosa del choque, acción que ha sido muy comentada en Internet.
Cuando Messi se disponía a lanzar una falta, Cesc se dio la vuelta mirando directamente a Munúa. El de Arenys se puso a hacer una especie de bailecito, agitando las manos en todas direcciones, con la intención de despistar al portero. El lanzamiento de Messi se marchó alto, pero los aficionados se quedaron con la imagen ridícula que dio Cesc y no con ninguna de sus acciones sobre el césped.