Nunca la consecución de un título de liga ha sido tan dramática. El Manchester United se veía campeón de la Premier League durante muchos minutos. Los diablos rojos cumplieron en su duelo ante el Sunderland gracias a un tempranero gol de Wayne Rooney y veían cómo el City iba perdiendo en su campo del Etihad Stadium ante un Queens Park Rangers que se jugaba la permanencia.
Aunque Pablo Zabaleta había adelantado a los citizens al borde del descanso, Djibril Cisse lograba la igualada provisional, a la vuelta de vestuarios, que complicaba el título para los de Roberto Mancini. El panorama se tornaba aún más oscuro para los locales a los 66 minutos, cuando Jamie Mackie establecía el 1-2.
Con 25 minutos por delante, Roberto Mancini veía cómo se escapaba la Premier. Mientras, en el Estadio de la Luz, a unos 225 kilómetros de Manchester, el hierático Sir Alex Ferguson dejaba esbozar alguna que otra sonrisa, viendo que el título era posible. Nadie había dado un penique por el United, pero la cotización iba subiendo conforme pasaban los minutos y las posibilidades de que ganase la Premier eran cada vez más reales.
Hasta que llegó el tiempo de descuento en el Etihad Stadium, donde se vivieron dos minutos mágicos que cambiaron la tragedia por la euforia más absoluta. El bosnio Edin Dzeko, que parece tener su futuro lejos de los skyblues, lograba el empate en el minuto 92 con un tanto de cabeza y dos después apareció el Kun Agüero, el héroe de la tarde, para fusilar al meta irlandés Paddy Kenny, dar la victoria al City y, lo que es más importante, el título liguero a los suyos 44 años después.
El mítico Hey Jude, himno extraoficial del Manchester City –los Beatles compusieron esta canción en mayo de 1968, el mismo año que los citizens habían ganado su última liga–, volvía a sonar en el Etihad Stadium, como había hecho hace dos semanas en este mismo escenario, cuando los de Mancini ganaron a su rival ciudadano con un solitario gol de Vincent Kompany. Noel Gallagher, exlíder de Oasis y uno de los hinchas más conocidos del City, volvía a cantar mientras lloraba de emoción. "Como un niño", según reconocía el artista horas después.
Fue el derbi de Manchester un partido que cambió la tendencia. Hace apenas un mes, el United se veía campeón al aventajar en ocho puntos a su rival. Pero cayó en el DW Stadium ante el Wigan de Roberto Martínez (1-0), dos jornadas después empató en Old Trafford frente al Everton (4-4) y, a la siguiente y tal vez la más decisiva, perdía el duelo de Manchester ante un City que le alcanzaba en la clasificación. Los citizens se ponían líderes gracias al goalaverage –en Inglaterra, a diferencia de España, prima el general sobre el particular–:un balance de +64 por +56 de los diablos rojos.
No fallaron ninguno de los dos equipos de Manchester en las dos últimas jornadas: los skyblues se impusieron al Newcastle (0-2) y al QPR (3-2), mientras que los red devils sumaron los tres puntos ante el Swansea (2-0) y el Sunderland (0-1).
Además del Hey Jude, otra de las celebraciones particulares de los aficionados del City consiste en darse la vuelta en sus asientos, situándose de espaldas al campo, y comenzar a botar sobre sus asientos.
El origen de esta celebración se remonta a octubre de 2010, cuando el Manchester City recibió al Lech Poznan en la Liga Europa. El Poznan es uno de los equipos polacos más importantes y sus seguidores tienen por costumbre realizar esta secuencia cuando alguno de sus jugadores marca un gol.
A los hinchas del City les gustó, incluso en algunos foros afirmaban que era "la mejor celebración posible", por lo que decidieron copiar la idea. Este domingo, en el dramático duelo ante el QPR, volvieron a ponerla en práctica, además de invadir el campo para celebrar con los suyos un histórico título de Liga.