El quinto partido de la serie final por el título entre Barcelona y Real Madrid, que se disputa este sábado en el Palau, es un auténtico órdago que el Real Madrid acepta sabedor de que tiene cartas suficientes para responder a la apuesta de los catalanes.
La serie por el título ha sido una especie de combate en el que los dos contendientes han demostrado fortalezas y debilidades, capacidad de ataque y defensa. Han sabido golpear y recomponerse tras ser golpeados. Ahora ya no hay más. El sábado habrá campeón.
A estas alturas se pueden exponer toda clase de datos y circunstancias. Que de las nueve finales de la Liga con empate a dos, seis acabaron con victoria para el equipo local en el quinto partido. Que el Real Madrid ganó sus últimos cuatro títulos a domicilio... Cada dato y estadística tiene su contrapunto en otra completamente distinta.
El Real Madrid se siente ligeramente superior al Barcelona en lo físico y sabe que tiene el título a cuarenta minutos de distancia, la misma que sus rivales. Los dos equipos llegan con la misma presión, saben que tienen que ganar, sí o sí. No hay más partidos. También se puede hablar de las lesiones de Ndong, Navarro, Begic. De a quién perjudican más. Pero la verdad, la única verdad es que todo se disputará en un último partido. Un auténtico órdago.
Es el momento de los jugadores. Los dos equipos han demostrado tener una gran capacidad táctica y respuestas a todas las proposiciones del rival. Por eso llega el momento de los jugadores, de los valientes. Cada tiro, cada posesión de balón, cada defensa, cada rebote, cada detalle será fundamental para la suerte de la victoria. Y por encima de todo, la mente. Habrá que gestionar buenos y malos momentos.