Ivan Ukhov saltó a la fama, para su desgracia, en el Super Grand Prix de Lausana de 2008, cuando acudió en un claro estado de embriaguez a la competición de salto de altura. Sus imágenes, incapaz de mantenerse erguido y, por supuesto, de intentar siquiera el salto sobre el listón, dieron la vuelta al mundo.
El atleta ruso, que apenas contaba con 22 años, aseguró que se encontraba en depresión por no haber podido acudir a los Juegos de Pekín. Su entrenador señaló que todo se debía en realidad a que su novia le había dejado. En cualquier caso, Ukhov hizo el ridículo.
Un ridículo espantoso por el que será siempre recordado, pero desde este miércoles no será lo único. Ni siquiera, lo más destacado. Porque el atleta fue capaz de recuperarse para la causa, resarcirse, superarse y nada mas y nada menos que proclamarse campeón olímpico.
Con un salto de 2,38, Ivan Ukhov se llevó la medalla de oro. Y eso que no le faltaron adversidades. La desaparición de su camiseta estuvo a punto de jugarle una mala pasada. "La camiseta desapareció sin dejar rastro. Siempre la coloco en la bolsa tras cada salto y en esta ocasión no la encontré en el lugar habitual", declaró el saltador. Fue su compatriota Andrei Silnov, campeón olímpico en Pekín, quien le salvó prestándole su camiseta.
Minutos después, Ukhov saltaba más que nadie y se proclamaba campeón del mundo. Sus imágenes borracho sólo cuatro años atrás han vuelto a salir a la luz. Pero ahora ya no se miran en tono de burla.