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Movistar Estudiantes, o el enigma de cómo desarrollar el talento en la Liga Endesa

Los colegiales lograron este fin de semana su segundo triunfo en la Liga Endesa, dotando de tranquilidad a un proyecto joven necesitado de calma.

Los colegiales lograron este fin de semana su segundo triunfo en la Liga Endesa, dotando de tranquilidad a un proyecto joven necesitado de calma.
Dario Brizuela celebra el triunfo del Movistar Estudiantes en Bilbao | ACB Photo

"Dime de qué presumes y te diré de qué careces". Si hubiera que buscar en el refranero español una frase que se ajustara a los últimos años del Club Estudiantes, ésta sería sin duda la más apropiada. El club colegial, que tiene su origen y su razón de ser en la cantera, lleva años dando bandazos en sus categorías inferiores, sin crear un proyecto de verdad acorde a su fantástica historia, esa que nació en el Ramiro de Maeztu. Fichar, desfichar, crear equipos, deshacerlos, pretender ganar en cadetes y juveniles, anteponiendo el resultadismo atroz a la formación real del jugador. Ése ha sido el modus operandi de los gestores de la cantera colegial en la última década. Pelear de forma rotunda por un título madrileño en categorías de formación, dando la espalda a que el desarrollo del talento va, en no pocas ocasiones, reñido con los éxitos de los equipos inferiores si no se trabaja con paciencia. El `Estu´ ha hecho cosas mal, muy mal, en su cantera en los últimos años, y de hecho darse una vuelta por diferentes clubes de cantera de la capital es escuchar una vez tras otra críticas a la política colegial. Curiosa situación, en el equipo de patio de colegio, ese que siempre presumió de cantera. "La peor gallina es la que más cacarea", dice otro dicho del sabio refranero popular.

Una situación que se ha visto reflejada durante muchos años en el primer equipo, como no puede ser de otra forma, en el que prácticamente desde Carlos Suárez hasta la definitiva consolidación de Jaime Fernández, el club no había sacado ningún valor mínimamente aceptable de sus teóricamente prolijas escuelas para su equipo referente. Paradójico, sin duda, aunque las cosas hayan podido cambiar mucho desde aquellos gloriosos años 70 y 80, cuando los colegiales subían niños a jugar con los hombres como quien va al baño cada mañana.

Sea como Adecco, Asefa, o Movistar, el `Estu´ lleva una década con el horizonte perdido completamente. Los éxitos de su última gran generación, con los hermanos Reyes o Nacho Azofra, y el Chacho irrumpiendo, situaron a los colegiales en una situación de elite enormemente meritoria. Chandler Thompson o Shaun Vandiver fueron americanos de la casa, como Ricky Winslow o Pinone más de una década antes. Y un espejo donde mirarse para posteriores generaciones.

Esta temporada, el Movistar Estudiantes se ha encontrado en una situación interesante, pese a su mal inicio liguero. Juntar en el mismo equipo a un Jaime Fernández mucho más maduro, con esos dos fantásticos proyectos que son Juancho Hernangómez y Darío Brizuela es algo que no pasa todos los años. Los tres han dado muestras más que sobradas ya de su implicación con el club, y lo que es más importante, de su capacidad para liderar el nuevo proyecto colegial. Cierto es que a la vuelta de la esquina, a poco que exploten, estarán los grandes dinosaurios del baloncesto europeo, y seguramente americano en el caso de Hernangómez, para, con su poderío económico de por medio, llevarse a esas tres perlas. Pero ese momento no ha llegado aún, y la sensación de que el `Estu´ tiene, por fin, capacidad para crecer desde su identidad histórica, parece más que palpable.

Los tres descarados jovenzuelos se rodean de un bloque veterano que no deja dudas (Salgado, Rey, o Nacho Martín deben ser los Vecina o Aísa del presente). Con ese cóctel, para dotar de paciencia al proyecto, acertar con los americanos resulta clave. Y esa ha sido sin duda otra gran asignatura pendiente del club del Ramiro en los últimos años. Hacer recordar al aficionado medio los nombres de los estadounidenses que han pasado por el Estudiantes en la última década es un ejercicio de castigo supremo, una tortura. Encontrar los que dejaron una huella mínima en su afición, una quimera. En este curso, Zach Graham ya fue cortado, Brandon Thomas se mantiene a duras penas, y Tony Mitchell, que ilusionó más en su llegada (gran rendimiento en Italia), de momento tampoco ha cuajado siquiera una gran actuación, aunque haya superado el rendimiento de Graham y Thomas.

En el Magariños se necesita paciencia, para que sus jóvenes, capaces de liderar, puedan crecer. Claro, necesitan rodearse bien, y para ello, también precisa una pizca de calma el club, que debería olvidar los laureles del pasado, al menos en el corto plazo. Tras caer ante Andorra hace una semana, muchos pedían ya la cabeza de Diego Ocampo. No parece el camino. Cierto es que estamos ante una temporada en la que ya sabemos que Ourense al menos ascenderá, lo que da más presión a los de abajo en la Liga Endesa, excesivamente relajados en los últimos tiempos. Pero el Estu tiene pilares a través de los que crecer. Este fin de semana, en Bilbao, Hernangómez, Fernández y Brizuela (un tipo comprometido que nos emocionó a todos hace una semana), tiraron del carro colegial para vencer ni más ni menos que Miribilla, logrando la segunda victoria de la temporada.

Vencieron también Retabet GBC y CAI Zaragoza, sus más directos rivales por abajo, pero el Movistar Estudiantes poco a poco parece que encuentra su camino, lo cual es una enorme noticia para nuestro baloncesto, no ya sólo por lo importante que sería recuperar su prestigio nacional, sino por la necesidad de jugadores competitivos que tendrá la selección a medio plazo. El Estu tiene potencial de sobra para lograrlo. Hacer las cosas mal en la cantera durante años no significa que no se está a tiempo de cambiar. El camino lo marca el Joventut, donde unos cuantos chavales dirigidos por Salva Maldonado, y bien sazonados por veteranos, demuestran que, cuando se hacen las cosas bien, los resultados aparecen. Estudiantes ha juntado a tres valores fantásticos que debería aprovechar, aunque deba cambiar su proceder por abajo si no quiere que esto sea una raya en el agua. Por el bien de este deporte, así debería ser.

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