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Cuando una bandera republicana representó a la selección española de fútbol en París

El suceso, en 1949, supuso tal revuelo que al día siguiente toda la prensa nacional se hizo eco.

El suceso, en 1949, supuso tal revuelo que al día siguiente toda la prensa nacional se hizo eco.
Formación de la selección española en Colombes en 1949 | Archivo

Mes de junio de 1949. Concretamente, sábado día 20. En Colombes, comuna francesa muy cercana a París, está a punto de comenzar un partido amistoso entre Francia y España. Sin Mundiales –el último se había jugado en 1938 y hasta 1950 no se disputaría el siguiente- y sin Eurocopas –hasta 1960 no se jugaría la primera- esta clase de partidos alcanzaban un tinte mucho mayor que el de un simple amistoso.

España se presenta con jugadores como Zarra, Basora, Venancio, Eizagirre o Gaínza. Mientras, Francia lo hace con un equipo formado mayoritariamente por jugadores del Stade Reims, uno de los mejores equipos de Europa en esos momentos. En la grada, destacada representación de todos los estamentos, con el presidente de la FIFA Jules Rimet; el delegado nacional español de deportes el General Moscardó; el presidente de la Federación Española de Fútbol, Muñoz Calero; y el alcalde de París Pierre de Gaulle.

Lleno absoluto, con más de 60.000 espectadores. Todo listo para que arranque el espectáculo... cuando de repente aparece una enorme bandera republicana ondeando. Segundos, minutos de incertidumbre. Habida cuenta del contexto en el que se encontraba España, el revuelo fue mayúsculo.

De manera inmediata las autoridades francesas ordenaron retirar la bandera, y tras algún que otro incidente, el partido pudo iniciarse sin mayores problemas. El resultado final fue de 1 a 5 a favor de España, llevando a cabo una gran exhibición, con tres tantos de Basora y dos de Gaínza, aún recordada hoy.

Agitación en la prensa

Al día siguiente, toda la prensa española se hizo eco del acontecimiento. Quien de manera más gráfica lo explicó fue ABC:

"Antes del comienzo del partido Francia-España, en el estadio de Colombes, un grupo sacó a relucir una bandera tricolor de bastante tamaño en una de las tribunas. Otro grupo de españoles se abalanzó sobre ellos y deshizo la bandera, dando vivas a España, y propinando una paliza a los que la hicieron tremolar".

Marca, por su parte, hablaba de doble victoria: "la primera, la conseguida por cuatro goles de diferencia sobre el gran equipo francés", y la segunda, "la de nuestra bandera en París". Añade el rotativo que

"antes de comenzar el partido un grupo de españoles sin pasaporte alzó en el graderío una bandera republicana, ignorantes todavía de que, en 1949, España presta al abrazo del perdón sabe restallar la bofetada frente al ultraje. Y ello sirvió para que 20.00 españoles de acá, que habían ido a aclamar a Zarra o Eizagirre, sintieran romperse sus gargantas aclamando a Franco. La tela, que que quiso hacerse reto, se hizo jirones sobre el cemento de Colombes. Estaban allí Moscardó, defensor del Alcázar de Toledo, y Zamalloa, héroe del Pingarrón. Dos laureadas ganadas frente a una bandera que se empeñó en ser vencida una vez más. Y entonces fue –aún no había comenzado el partido- el primer triunfo de la nueva furia española. Y hubo –junto al respetuoso silencio del público francés- roncos vítores españoles y una corona de millares de banderas nacionales de España sobre la tierra de Francia. Nadie quiso acordarse de cosas pasadas. Con la frontera abierta, 20.000 españoles de Franco tuvieron ocasión de gritar su orgullo hispánico muy cerca de París.

España sabrá agradecer el hidalgo silencio del público francés, y hasta la oportuna inoportunidad de los que alzaron la tela tricolor. Porque si en otro siglo la capital de Francia valía una misa, hoy once años después de la batalla del Ebro, París bien vale la caída de una bandera rota junto al césped de Colombes".

En otra columna del periódico, titulada 'Arriba España' se hace mención también a que

"No fué Sólo un éxito deportivo el logrado ayer en el encuentro con los franceses. España se apuntó, además otro de carácter político y nacional. Fué en los momentos que precedieron a la iniciación del juego. Una banda familiar interpretaba nuestro Himno Nacional y el público lo escuchaba de pie y en silencio. De pronto en algún punto del campo se escucharon algunos silbidos, mientras en uno de los fondos y en la tribuna de marathon frente al palco de autoridades asomaban en manos de unos desdichados que fueron españoles y renegaron su de Patria dos trapos de colores republicanos. Y en una reacción formidable, enérgica y rotunda los millares de españoles que se encontraban en el Estadio prorrumpieron con atronadores aplausos al Himno, de tal modo que parecía que había allí, no diez, ni quince, ni veinte mil compatriotas, sino España entera indignada por el atrevimiento de aquellos insensatos. Fue cosa de segundos el que aquellas insignias desaparecieran arrebatadas y deshechas por los que no podían tolerar un ultraje a su Patria.

Y nuestro Himno lo mismo que el francés terminaron en medio de delirantes ovacaciones con participación de publico francés, correctisimo en todo momento, mientras entre gritos de "¡Arriba España!" seguían ondeando miles de banderitas nacionales, y el Orfeón Donostiarra -que ya se había lucido por la mañana al interpretar en la catedral de Notre Dame, una admirable misa cantada -fomraba una inmensa bandera española con artística combinación de pañuelos encarnados y amarillos."

Hoy, casi 70 años después, cada vez que España y Francia se deben enfrentar, se recuerda aquel partido –al menos en nuestro país- como una de las mayores exhibiciones de la selección francesa. No es de tan grato recuerdo, obviamente, que antes de aquel recital, la bandera republicana representó a España en París. Nos queda, siempre atenta, la prensa de la época.

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