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Luca Paolini saborea por fin un triunfo en una 'grande' al imponerse en la duodécima etapa de la Vuelta

El italiano Luca Paolini, del Liquigas, se ha quitado la espina de no saborear hasta ahora un triunfo en una carrera grande al adjudicarse en solitario la duodécima etapa de la Vuelta a España, disputada con viento, frío e incluso lluvia a través de 169,3 kilómetros entre Aranda de Duero y Guadalajara. La jornada ha permitido al líder de la general, Alejandro Valverde (Illes Balears), pasar otra hoja en el calendario en espera de la contrarreloj de Cuenca.

El italiano Luca Paolini, del Liquigas, se ha quitado la espina de no saborear hasta ahora un triunfo en una carrera grande al adjudicarse en solitario la duodécima etapa de la Vuelta a España, disputada con viento, frío e incluso lluvia a través de 169,3 kilómetros entre Aranda de Duero y Guadalajara. La jornada ha permitido al líder de la general, Alejandro Valverde (Illes Balears), pasar otra hoja en el calendario en espera de la contrarreloj de Cuenca.
L D (EFE) Paolini, que a sus 29 años no conocía el sabor del triunfo en una carrera grande, se estrenó en la Vuelta gracias a un demarraje a falta de 3 kms de meta que sorprendió a sus 11 compañeros de fuga, que se vieron impotentes en la persecución del italiano, que voló hasta la capital de la Alcarría para entrar a paso tortuga, disfrutando el momento, mirando hacia atrás, con un tiempo de tres horas, 35 minutos y siete segundos, a una media elevada de 47,221 kilómetros por hora.

El corredor milanés hizo inútil el esfuerzo del belga Bart Dockx (Davitamon), segundo, y del campeón olímpico Paolo Bettini (Bettini), tercero, quien en un final ascendente tenía todas las papeletas a su favor, por lo que fue marcado por todos sus compañeros de aventura, circunstancia que aprovechó el vencedor, muy oportuno en su salto. David Arroyo (Illes Balears) y Rubén Pérez (Euskaltel), entraron quinto y sexto respectivamente, a 8 y 17 segundos de Paolini y el surafricano Ian McLeod (Francaise) cerró el grupo de los escapados a un minuto. El pelotón, con el italiano Marzoli al frente terminó la jornada laboral a 8:54 minutos.

Jornada con momentos de frío, viento y lluvia la que tuvieron que aguantar los 163 supervivientes de la Vuelta, en la que el equipo del líder Alejandro Valverde disfrutó de la situación ideal, es decir, una escapada controlada, sin hombres peligrosos para la general y con un compañero por delante, en este caso David Arroyo. Los equipos de los esprinters y el Astana se encargaron de echar una mano. A una etapa de la cita clave de la contrarreloj de Cuenca, Valverde renovó el maillot oro con las diferencias intactas. El murciano, que también será el líder indiscutible del equipo español para el Mundial tras la baja de Óscar Freire, mantuvo los 27 segundos con Kashechkin (Astana), los 44 con Sastre, 56 respecto a Gómez Marchante y los 1.38 minutos con Vinokurov, éste último señalado como enemigo número uno de Valverde.

Desde la salida en Aranda de Duero los ataques se sucedieron sin desmayo. Las fuerzas en septiembre dicen que ya van fallando, pero no lo parece porque las medias de velocidad suben como los precios y las ganas de aventuras no faltan. Pasado el Alto de Santibañez de Ayllón (3a, km 66) se formó una escapada con 12 corredores, entre ellos un hombre de confianza del líder, David Arroyo, y el campeón olímpico Paolo Bettini. Era la fuga definitiva, ya que al pelotón le empezaron a caer los minutos a chorros: en el km 128 el retraso era de más de 12 minutos. El Astaná, sin representantes en la avanzadilla animó el ritmo con ganas, hasta el punto de dividir el grupo.

Con 20 kilómetros de asfalto hasta la meta rompió la calma Rubén Pérez (Euskaltel), luego tomó el relevo el italiano Paolini (Liquigas), un esprinter incómodo para la mayoría, luchador infatigable que junto a Bettini eran los hombres a tener en cuenta. La gestión de la victoria era cuestión de 12 corredores, aunque Arroyo, que no dio un solo relevo, no se planteaba disputar "porque no había trabajado como los demás". Paolini se animó a 3000 metros de meta. Un ataque seco, decidido y cargado de confianza que enseguida abrió una diferencia de un puñado de segundos.

Nadie quiso salir a por el italiano, ni Bettini, que aún confiaba en un latigazo final cuando las fuerzas abandonaran a su compatriota en una llegada en ligera cuesta, ideal para "el grillo". Pero Paolini se hizo fuerte y se presentó en la recta de llegada con gasolina suficiente para permitirse el lujo de recrearse en la suerte. Dedicó a su mujer "una victoria especial", la primera en la Vuelta desde que se gana la vida como profesional.

Este viernes se disputará la decimotercera etapa entre Guadalajara y Cuenca, de 180 kilómetros. La jornada víspera de la contrarreloj en la capital conquense, presenta otro recorrido ondulado, con tres cotas puntuables de tercera categoría, el Alto de la Tendilla, el de Córcoles y la última a 13 kilómetros de meta, el Alto del Castillo, lugar idóneo para un postrero ataque.

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