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Maurice Tillet, el deportista en el que se inspiró el personaje de Shrek

La idea del simpático ogro verde se remonta a otro un deportista de mente privilegiada cuya enfermedad le provocó una vida plagada de desdichas.

La idea del simpático ogro verde se remonta a otro un deportista de mente privilegiada cuya enfermedad le provocó una vida plagada de desdichas.
Montaje con las imágenes de Tillet (i) y Shrek (d) | Archivo

Shrek ha sido uno de los personajes de animación más queridos y adorados desde que, en 2001, apareciera la primera de las cuatro películas creadas hasta ahora del ogro verde. Su origen proviene del libro de dibujos homónimo creado en 1990 por William Steig, que años más tarde adaptaría DreamWorks para el cine.

Sin embargo, los rasgos de Shrek no fueron originales de su creador: Steig se inspiró en un deportista, en un luchador francés de origen ruso, y de nombre Maurice Tillet.

La leyenda de Maurice Tillet

Maurice Tillet nacía el 23 de octubre de 1903 en los Montes Urales. Cuando estalló la revolución bolchevique, en 1917, sus padres, que le habían procurado a Maurice una buena educación en colegios elitistas, decidieron emigrar a Francia.

Una vez en Reims, comenzó a estudiar Derecho. Era un tipo culto, inteligente –se dice que hablaba más de diez idiomas- simpático, que gustaba de salir a bailar con mujeres, agradable... hasta que ya no pudo soportar más la enfermedad que le azotaba.

A los 16 años, sin saber ni cómo ni por qué, comenzó a notar los primeros síntomas. A los 19, ya le habían diagnosticado: padecía de acromegalia, una enfermedad rara causada por un tumor en la glándula pituitaria, que provoca la producción excesiva de la hormona del crecimiento.

Maurice notaba cómo todo su cuerpo no paraba de crecer vertiginosamente. Así que decidió probar en deportes de fuerza física. Primero, con el rugby, llegando a ser seleccionado con el equipo nacional francés. Después, con el boxeo, donde en sus primeros combates ya apuntó maneras. Todo eso, mientras brillaba como ingeniero en la Marina francesa. Aquel lúcido joven habría triunfado en cualquier cosa que se hubiera propuesto. Pero su físico le atormentaba. Los comentarios de todos aquellos que le conocían se le clavaban como cuchillos.

Decidió huir de Francia, buscando refugio. Su cabeza, sus manos, sus dedos, su espalda... de cada vez eran más grandes. Su dolor interior crecía paralelamente. Y desembarcó en Estados Unidos. Allí se pasó a la lucha libre, y gracias a su éxito consiguió ser aceptado.

Su imagen despertaba curiosidad, y contribuyó de manera importante al crecimiento de la lucha libre. En 1940 se proclamó campeón del mundo. Se mantuvo invicto durante 19 meses. Había encontrado su lugar, su cobijo. Pero la enfermedad continuaba con su proceso degenerativo, y de cada vez le costaba más aguantar un combate.

Una derrota cosechada en 1953 en Singapur le empujó hacia la depresión. Todo el sufrimiento que había padecido desde niño se le vino encima. Ya no podía ser bueno en la única cosa que le había servido para refugiar su aspecto. Maurice Tillet se derrumbó, y se escondió en casa. Apenas recibía la visita de algunos pocos amigos para conversar y jugar al ajedrez. Poco más.

Un año después, el 8 de noviembre de 1954, fallecía en el hospital. Pero antes de hacerlo aceptó que le hicieran un molde de su rostro, que se expuso en el Museo Internacional de Lucha en Iowa. Aquel mismo rostro que un día usaría William Steig para inspirarse en su ogro verde, Shrek.

Ogro fue uno de los muchos apelativos que recibió Maurice Tillet a lo largo de su vida. El hombre más feo del mundo, otro. El monstuoso ogro del cuadrilátero quizá le pegaba más. Pero el que siempre prefirió Tillet, y por el que luchó siempre, fue el que le puso su madre cuando era pequeño: El Ángel. Para la posteridad, gracias a su éxito deportivo y sobre todo a su nobleza y benevolencia, El Ángel Francés.

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