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Brown no convence: Reino Unido sube impuestos a banqueros y clase media

El Gobierno británico que preside Gordon Brown pospone el recorte del gasto público, al tiempo que sube los impuestos a la clase media y a los banqueros. Las críticas no se han hecho esperar. El déficit público del Reino Unido ascenderá al 14% del PIB en 2010.

Alistair Darling, el ministro de economía británico, anunció subidas de impuestos a la clase media y al sector bancario durante la presentación del pre-informe presupuestario (Pre Budget Report) la semana pasada en el Parlamento.

Entre las medidas propuestas figura un límite al aumento de los salarios de los funcionarios, pero el gasto público no va a sufrir ningún recorte sustancial. De hecho, el informe prevé un ligero incremento en los próximos años. Los analistas concurren en que el paquete de medidas es insuficiente para reducir el extraordinario déficit de las cuentas públicas, y la prensa ha interpretado los planes de Darling como una deliberada postergación de políticas drásticas hasta pasadas las elecciones generales de junio de 2010.

Al menos 20.000 banqueros y 400 instituciones financieras de la City de Londres se verán afectados por el nuevo impuesto del 50% sobre los bonus por encima de las 25.000 libras. El impuesto ha sido recibido con hostilidad por el sector financiero, que teme por la competitividad de Londres en la escena internacional.

El informe de Darling también incluye un aumento del 0,5% de la cuota de la Seguridad Social para individuos que cobren más de 20.000 libras y sus empleadores, que afectará a 10 millones de trabajadores y entrará en vigor en 2011. A este aumento hay que sumarle otro 0,5% que ya había sido previamente anunciado.

Medio millón de contribuyentes saltarán a un tramo más alto en el impuesto sobre la renta al congelarse el nivel de los tramos. El tributo sobre el valor añadido, que había sido temporalmente reducido al 15% para reactivar el consumo, vuelve al original 17,5%. Los salarios de los funcionarios no podrán subir más de un 1% durante dos años a partir de 2011.

El ministro ha previsto una contracción de la economía del 4,75% en 2009 (frente al 3.5% pronosticado en abril), un crecimiento de entre el 1% y el 1,15% en 2010, y del 3,5% en 2011 y 2012. La última previsión ha sido tachada de irreal por numerosos analistas.

Los titulares de la prensa británica dejaban entrever el rechazo a los impuestos que afectarán a los trabajadores con ingresos medios en cualquier empresa del país. El Daily Telegraph: "Golpe duro a las clases medias". The Guardian: "Darling arremete contra los ricos... y contra el resto de nosotros". El Daily Express: "La guerra del Laborismo contra los trabajadores". La guinda la pone el sensacionalista The Sun: "Darling se folla a más gente que Tiger Woods".

Déficit público récord

El analista Tom Clougherty, del think tank Adam Smith Institute, pone en perspectiva la gravedad de la situación por la que atraviesa el país: en el año 2000 el gasto público del Reino Unido era el séptimo más bajo de los 30 países de la OCDE, con un 36,6% del PIB. En 2010 será el sexto más alto, con un 54,1%.

En 2000 tenía también el séptimo déficit público más bajo de la OCDE (en realidad tenía superávit). Sin embargo, en 2010 el Reino Unido tendrá un déficit del 14% (un 10,4% es estructural), que lo sitúa a la cola de la OCDE.

Clougherty se pregunta por qué el sector público no es capaz de apretarse el cinturón como lo hace el sector privado. Los consultores contratados por las empresas para reducir gastos operativos suelen conseguir recortes del 20%. Si Alistair Darling propusiera un plan de cinco años para situar el gasto público en el nivel del año 2000 (un recorte del 30%), el déficit quedaría cubierto e incluso habría margen para reducir los impuestos y fomentar el crecimiento. Clougherty concluye que el problema no es económico, sino político.

El economista Allister Heath es una de las voces más críticas de la City con los planes del Gobierno. Heath opina que el impuesto sobre los bonus de los banqueros es populista, injusto y contraproducente. Ilustra la arbitrariedad del impuesto con un ejemplo: un gestor de commodities en un hedge fund con un salario base de 50.000 libras y un bonus de 50.000 libras, no se verá afectado.

Mientras, un individuo con el mismo bonus haciendo el mismo trabajo en un banco tendrá que pagar el impuesto, y un colega suyo que gana un salario base de 100.000 libras, pero no recibe ningún bonus por su buen rendimiento, no debe pagar nada. La inmensa mayoría de los afectados por este nuevo impuesto, continúa Heath, no son ni remotamente responsables de la burbuja y la crisis económica posterior.

Amenaza de deslocalización por los impuestos

El Gobierno espera ingresar 500 millones de libras gracias a este impuesto (algunas previsiones sitúan esa cifra en 2.500 millones), pero Heath recuerda que el “voto con los pies” de las empresas podría costar al Tesoro mucho más.

Un empleado de un banco en Nueva York cobrará más que un empleado del mismo banco en Londres haciendo el mismo trabajo, y si el banco quiere mantener la paridad interna sus costes aumentarán. El banco Lloyds, por ejemplo, ha confirmado que pagará los bonus completos a sus empleados y, por lo tanto, unos 100 millones de libras en concepto de impuestos. Varios bancos americanos parecen dispuestos a mantener la paridad interna con sus empleados de Nueva York y pagarán también el impuesto. Otros, como RBS, es probable que reduzcan los bonus como resultado del nuevo tributo.

Sea cual sea la opción elegida por los bancos (reducir bonus o aumentar costes manteniendo la paridad interna), tendrán más incentivos para desplazar desde Londres sus operaciones a otro centro financiero como Nueva York o Hong Kong.

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