LD (EFE) Al cerrar la factoría de Samsung, que empleaba a 446 trabajadores, la deslocalización ha trascendido el ámbito donde hasta ahora se había dado de manera más evidente, el sector de componentes de la automoción –con los cierres de las plantas de Lear y Valeo entre otras–, y ha llegado a la electrónica de consumo, que tuvo como primer aviso el cierre de Phillips en La Garriga.
Los responsables de la multinacional coreana Samsung comunicaron el jueves a los representantes de los trabajadores el cierre de la fábrica, previsto para el 31 de marzo, aunque han manifestado su interés de recolocar a la totalidad de los 446 trabajadores de la plantilla. Para ello, Samsung, grupo que tiene beneficios, ha contratado ya a una empresa de recolocación de trabajadores que reduzca el impacto social de una medida que se ha tomado desde Corea.
Con la planta de Barcelona se cierran también las factorías que el grupo tiene en Gran Bretaña y en Hungría, en una operación de repliegue europeo que limitará la presencia de Samsung a su nueva factoría de Eslovaquia. La propia Samsung indica en su comunicado oficial que trasladará la producción de su fábrica de Palau-Solitá de Plegamans (Barcelona), que facturaba 449 millones, a Eslovaquia, que se convertirá así en su base de operaciones para el continente europeo.
El presidente de Samsung Electronics Iberia, Sang Heung Shin, se reunió el miércoles con el conseller de Industria de la Generalitat, Joseph María Rañé, y rechazó ayudas públicas de la administración catalana que permitiesen a la factoría continuar operativa. La fábrica de Palau-Solitá de Plegamans fabrica DVD, retroproyectores, pantallas de TFT y plasma y otros productos de electrónica de consumo, y había llegado a ensamblar móviles de gama alta con una inversión de 60 millones de euros, línea que fue cancelada hace un año a pesar de que la inauguró el propio Rey Juan Carlos en 2000.