Conocíamos recientemente la noticia de que la tasa de desempleo en EEUU bajó al 9% en enero, desde el 9,4% en el anterior mes, lo que supone 600.000 personas desempleadas menos. Además, la Oficina de Estadísticas Laborales (Bureau of Labor Statistics, BLS) estadounidense revisó al alza los datos de creación de empleo de los dos anteriores meses (noviembre y diciembre).
Una buena noticia que, sin embargo, escondía un dato menos halagüeño: el número de empleos creados durante el primer mes de 2011 fue el más bajo en cuatro meses. Lo que es peor, este número estuvo muy por debajo de las estimaciones (36.000 frente a alrededor de 145.000).
Los recientes desarrollos en el mercado laboral estadounidense no proporcionan una imagen nítida e inequívoca de la situación actual y la que se espera en los próximos meses. En función de dónde se ponga el énfasis y los datos que se proporcionen, uno podrá ver las cosas de una manera o de otra.
Sí parecen existir avances en la buena dirección en los últimos meses. Así, por ejemplo, la intensa destrucción de empleo que se vio en 2009 se revirtió en 2010, y el desempleo comienza a remitir. Sin embargo, conviene tener en cuenta ciertos factores preocupantes que oscurecen en parte las buenas noticias en creación de empleo y bajada de la tasa de paro.
Uno de estos factores es la fuerte reducción en la tasa de participación en la fuerza laboral que se ha producido en los últimos años, especialmente tras 2008, como consecuencia de la crisis. Esta tasa se define como la fuerza laboral como porcentaje de la población mayor de 16 años y que no pertenece a las Fuerzas Armadas ni otras instituciones como las prisiones. Como puede observarse en el gráfico, esta tasa sigue cayendo con intensidad en la actualidad, mientras que el desempleo se está reduciendo.
En mayor perspectiva histórica, la tasa de participación en la fuerza laboral se ha situado recientemente en niveles que no se veían desde mediados de la década de los 80. Esta bajada tiene una manifestación en el aumento en el número de trabajadores "desanimados", aquéllos que dejan de buscar activamente empleo porque creen que no hay trabajos disponibles que se ajusten a sus características.
Según el BLS, los desanimados son un subgrupo de aquéllos que no forman parte de la fuerza laboral, pero que desean y están disponibles para trabajar, que han buscado un empleo en el último año, pero que no son contados como desempleados porque no buscaron activamente trabajo en las cuatro semanas previas a la encuesta (método por el cual se llega a los datos finales de empleo).
El anterior gráfico proviene de los datos del BLS y contabiliza a aquéllos trabajadores desanimados. La buena noticia es que en los datos de enero ha habido una importante caída en este número, pasando de 1.318.000 en diciembre a 993.000 en enero. No obstante, cuantitativamente, este grupo no es apenas relevante para explicar los movimientos del empleo.
A lo largo de la crisis, algunos analistas han preferido utilizar en lugar de la tasa oficial de paro, una tasa alternativa más amplia que también proporciona el Bureau of Labor Statistics (conocida como U-6). Se trata del indicador que, además de los desempleados, tiene en cuenta a todas aquellas personas que están disponibles para trabajar pero no buscan activamente empleo, y a quienes trabajan a tiempo parcial por razones económicas (como el recorte de horas por la reducción en la producción debida a la crisis).
El siguiente gráfico muestra la evolución de esta tasa en la última década, en la que se observa el mismo perfil respecto a la tasa oficial. Alcanzó el máximo en octubre de 2009, llegando al 17,4%, y tras bajar y volver a subir, en enero se sitúa en el 16,1%, el nivel más bajo desde abril 2009. En este caso, también ha caído respecto a diciembre 2010, en el que se situó en el 16,7%.
Otro factor preocupante que ya se avanzó desde Libertad Digital, es la intensa divergencia que se ha abierto en el desempeño del empleo en el sector privado frente al sector público. Esta divergencia se ve claramente observando el contraste entre los dos siguientes gráficos. El primero indica el número de empleados en trabajos no agrícolas por el sector público, mientras que el segundo contabiliza a los empleados del sector privado.
Situándonos a principios de 2010 podemos observar cómo el número de empleados del sector privado alcanzó un mínimo, mientras que los empleos del sector público no habían notado en absoluto los efectos de la crisis. El boom económico que ha experimentado durante la crisis el área de la capital administrativa del país, Washington D.C., es una manifestación de esta situación.
No solo esto sino que, en términos de salarios, éstos han crecido en promedio a ritmos mayores para los empleados del sector público que para los del sector privado en la última década.
Según el BLS, desde 2001 a 2009 los salarios anuales medios privados crecieron un 24,9%; los del Estado en general un 30,1%; y los de los empleados del Gobierno federal crecieron un 38,4%.
Sin embargo, el problema más serio del mercado laboral estadounidense es, probablemente, el del elevado aumento de los parados de larga duración. A ello dedicaremos el próximo artículo.