El informe, en el que se realiza una comparativa de los ciclos inmobiliarios recientes en España, EE.UU. y Reino Unido, indica que la caída de los precios de la vivienda reduce el valor del colateral de los préstamos hipotecarios que podrían solicitarse para financiar gastos de consumo, y además, "podría deprimir la confianza de los hogares e incrementar el ahorro por motivo de precaución", como ya estaría ocurriendo.
Con todo, el Banco de España afirma que el ajuste del mercado inmobiliario parece estar operando más por la vía de la inversión y de la actividad, debido a la necesidad de que el sector residencial complete un proceso de redimensionamiento, y de los efectos de arrastre que esto producirá en otras ramas productivas.
Al respecto, el banco emisor detalla que la ratio de inversión residencial sobre el PIB nominal se ha reducido en 3,6 puntos porcentuales hasta el tercer trimestre de 2009 desde 2006, cuando alcanzó el 9,3% en el momento álgido del ciclo. Además, indica que, según las proyecciones de la Comisión Europea, aún quedaría pendiente un ajuste de 1,2 puntos porcentuales en 2010 y podría continuar en 2011.
Por otro lado, el Banco de España explica que la crisis inmobiliaria también puede tener repercusiones macroeconómicas sustanciales a través de su impacto negativo en el sistema financiero, al elevar los préstamos concedidos a hogares y empresas del sector.
Sin embargo, añade que "la regulación existente (en España) fomentó que las entidades financieras fueran más cautelosas en la política de concesión de créditos", de modo que el aumento de la morosidad de las familias "ha sido contenido" y ha estado vinculado sobre todo al deterioro de la situación macroeconómica y, en particular, al fuerte aumento del desempleo.