En concreto, el Tesoro ha colocado 3.731,93 millones de euros en letras a 12 meses, con un tipo del 2,45%, frente al 1,859% de la subasta realizada el pasado 19 de octubre. En la misma línea, la emisión de letras a 18 meses se ha realizado con una rentabilidad del 2,747%, muy por encima del 2,028% ofrecido en la emisión anterior, y se han colocado 1.243,23 millones de euros.
A pesar de que la nueva emisión del Tesoro no ha alcanzado el máximo previsto, el dinero total colocado en el mercado (4.975 millones de euros) se encuentra entre los 4.500 y 5.500 millones de euros que estaba previsto adjudicar.
Esta nueva operación está marcada por las dudas que los mercados vuelven a arrojar sobre España por un posible contagio de la crisis de Irlanda, compañera de viaje en el estallido de la 'burbuja' inmobiliaria, que no descarta solicitar el rescate de la UE, como en su día hiciera Grecia. No obstante, el diferencial de la deuda española con el bono alemán permanece estable en los últimos días y hoy martes se situaba por debajo de los 200 puntos básicos.
La última subasta de letras a 12 y 18 meses, que se realizó el pasado 19 de octubre, logró adjudicar un total de 6.399,14 millones de euros en letras a 12 y 18 meses. En aquella ocasión, a tipos más reducidos, gracias al incremento de la confianza que supuso la mejora de la prima de riesgo ofrecida a los inversores de los países periféricos de la zona euro con respecto al 'bund' alemán.
El diferencial de la deuda española se situaba entonces en 163 puntos básicos, lejos de los máximos de 200 puntos básicos registrados antes del verano, coincidiendo con los episodios de turbulencias financieras de mayo y junio, cuando se extendió la idea de que España podría ser la nueva Grecia.
Sin embargo, España tiene que convencer ahora a los inversores de que no es Irlanda ni Portugal, mientras su prima de riesgo vuelve a rondar los 200 puntos básicos. De hecho, la prima de riesgo ofrecida a los inversores por el bono español a diez años en comparación con el 'bund' alemán superó el pasado viernes su máximo histórico al situarse en los 226 puntos básicos.
Además, el Gobierno no tiene nuevas medidas de efecto a la vista para dar confianza a los mercados, como en su día fue el polémico decreto de recortes, más allá de las reformas del sistema de pensiones o de las políticas activas de empleo, que no verán la luz, previsiblemente, hasta diciembre o enero.
Nueva subasta
La siguiente oportunidad para apagar el rebrote de desconfianza tendrá lugar este jueves, 18 de noviembre, cuando el Tesoro emitirá obligaciones a 10 y 30 años con cupones del 4,85% y el 4,70%, respectivamente, con la previsión de adjudicar entre 3.000 y 4.000 millones de euros.
En la última emisión de este tipo de obligaciones, que se celebró el pasado 16 de septiembre, el organismo logró colocar casi 4.000 millones de euros, el máximo previsto, y a un tipo marginal casi un punto porcentual inferior al de la anterior operación en ambos casos. La prima de riesgo se situaba entonces cerca de los 173 puntos.
En lo que queda de mes, el Tesoro volverá a realizar una emisión de letras el 23 de noviembre, aunque en este caso se tratará de letras a 3 y 6 meses. La última subasta de este tipo de papel se celebró el 26 de octubre y en ella se colocaron 3.183 millones.
Todos contra España
En la antesala de estas subastas, tanto el Banco de España como el Gobierno han aprovechado distintos actos públicos para intentar despejar las dudas de los mercados.
El gobernador del banco emisor, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha afirmado que cabe esperar que una adecuada reacción por parte de Irlanda y las clarificaciones efectuadas por los ministros europeos en el marco del G-20 sobre el alcance de los mecanismos de resolución de crisis en la UE "ayuden a calmar los mercados y disipar inquietudes infundadas".
La vicepresidenta segunda y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, respondió con un "en absoluto" al sido preguntada por si España se encuentra en una situación parecida a Irlanda, mientras que su número 'dos', el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, aseguró que España "ni era Grecia, ni es Irlanda, ni lo será nunca".