LD (EFE) También ha concentrado sus inversiones en sectores de baja productividad, como la construcción, el turismo o algunos servicios, lo que podría generar problemas en un futuro inmediato. Esta situación, unida a la gradual pérdida de competitividad de las exportaciones, plantea dudas sobre la capacidad del actual modelo de crecimiento de mantenerse, según este experto de la escuela de negocios.
El análisis del catedrático de Economía de ESADE advierte de que en 2005 el déficit exterior de la economía española alcanzó el 6,4 por ciento del PIB, uno de los déficit más elevados de la zona euro y comparable en términos relativos con el de EEUU. Este déficit, que según la mayoría de expertos va a seguir aumentando, no supone para algunos economistas un hecho incompatible con el crecimiento de la economía española, gracias al haber adoptado el euro como moneda.
Pérdida de competitividad
Sin embargo, Pere Puig alerta de que en este proceso la economía española está perdiendo competitividad en sus exportaciones y recomienda llevar a cabo una serie de ajustes de política microeconómica "encaminados a una mejora de la evolución de los precios, de los costes y de la competitividad de las empresas". "El mantenimiento de una situación de déficit elevado de nuestro sector exterior ante el resto del mundo y el creciente proceso de internacionalización de nuestras empresas inevitablemente pueden plantear algunos problemas", señala el informe, que añade que "España ha de poder atraer unos crecientes flujos de financiación exterior".
Estos flujos han de servir para hacer frente tanto a las necesidades internas de gasto y de inversión imposibles de ser satisfechas con la disponibilidad del ahorro generado en la propia economía, como para financiar las crecientes necesidades derivadas de los procesos de internacionalización y de adquisición de activos exteriores por parte de las empresas. Puig también destaca en su estudio que desde 2004 el crecimiento del PIB se ha sustentado en la fuerte demanda interna, tanto pública como privada, mientras el sector exterior continuaba deteriorándose.
Así, las exportaciones de bienes han sufrido una importante caída neta "que no ha podido ser compensada, ni por el buen comportamiento de la balanza de servicios, ni tampoco por una cierta desaceleración que ha tenido lugar en el crecimiento de las importaciones de bienes con respecto al año anterior". Así, el saldo de la balanza comercial española ha alcanzado en 2005 los 77.812 millones de euros, un aumento del 28,3 por ciento respecto a 2004. Aunque este incremento es algo inferior al del año pasado (que registró un alza del 30,8 por ciento), el estudio subraya que las importaciones crecieron a un ritmo del 11,7 por ciento, muy superior al ritmo en que lo hicieron las exportaciones, que sólo aumentaron un 4,8 por ciento.
Desde la perspectiva del contenido tecnológico de los productos concluye señalando que la presencia relativa de productos de alta tecnología en el conjunto de las importaciones "es notablemente más elevado que en el caso de las exportaciones", según este profesor. Este experto alerta también de que la posición competitiva de los productos industriales españoles ha experimentado una evolución poco favorable, con alzas del 4,3 por ciento y del 6,7 por ciento en 2003 y 2004, respectivamente, cuando en el resto de la zona euro fueron del 3,4 por ciento en 2003 y del 4,9 por ciento en 2004.
Además, el estudio denuncia la elevada concentración geográfica en países desarrollados de las exportaciones española y así, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y Portugal representaron en 2005 cerca del 53 por ciento del total del comercio exterior. Estos mercados son solventes pero poco dinámicos y Puig alerta que de que no apostar por la presencia en mercados asiáticos emergentes podría acabar afectando de forma negativa la capacidad de crecimiento de las empresas españolas y su futura viabilidad competitiva.