LD (EFE) Según el último informe sobre la competitividad europea elaborado por la Comisión Europea, la productividad -entendida por la producción de cada trabajador- aumentó en España el año pasado el 0,8 por ciento, muy por debajo de la media de los Veintisiete, que llegó al 1,5 por ciento.
En Italia y Portugal, el avance fue aún más reducido, del 0,2 por ciento y 0,5 por ciento, respectivamente, lejos de los países más dinámicos, como Letonia (7 por ciento), Finlandia (5,8 por ciento) y Estonia (5,5 por ciento).
No obstante, el estudio pone de manifiesto cierta mejora en la última década, ya que entre 1995 y 2000 el incremento anual de la productividad española fue del 0,3 por ciento (frente al 2,1 por ciento en la UE-27) y entre 2000 y 2005 subió al 0,5 por ciento (el 1,2 por ciento de media comunitaria).
Esta lenta progresión puede deberse a la falta de medidas y, así, el informe muestra que, de 24 indicadores utilizados para medir el impulso a la competitividad, España está por debajo de la media comunitaria en 16.
En concreto, la inversión en Investigación y Desarrollo en relación al PIB no llegó en 2005 al 60 por ciento de la media de los Veintisiete, en tanto que el gasto de las empresas españolas en ese capítulo rondó el 50 por ciento de lo invertido en los demás países. Otros ámbitos en los que España recibe mala calificación son el tiempo y coste requerido para crear una empresa.
En Italia y Portugal, el avance fue aún más reducido, del 0,2 por ciento y 0,5 por ciento, respectivamente, lejos de los países más dinámicos, como Letonia (7 por ciento), Finlandia (5,8 por ciento) y Estonia (5,5 por ciento).
No obstante, el estudio pone de manifiesto cierta mejora en la última década, ya que entre 1995 y 2000 el incremento anual de la productividad española fue del 0,3 por ciento (frente al 2,1 por ciento en la UE-27) y entre 2000 y 2005 subió al 0,5 por ciento (el 1,2 por ciento de media comunitaria).
Esta lenta progresión puede deberse a la falta de medidas y, así, el informe muestra que, de 24 indicadores utilizados para medir el impulso a la competitividad, España está por debajo de la media comunitaria en 16.
En concreto, la inversión en Investigación y Desarrollo en relación al PIB no llegó en 2005 al 60 por ciento de la media de los Veintisiete, en tanto que el gasto de las empresas españolas en ese capítulo rondó el 50 por ciento de lo invertido en los demás países. Otros ámbitos en los que España recibe mala calificación son el tiempo y coste requerido para crear una empresa.
El informe también señala que los empresarios encuentran en nuestro país más dificultades para despedir a sus empleados que en la mayoría de países de la UE. Asimismo, España cuenta con menos licenciados universitarios en el ámbito científico y tecnológico, menos inversión en capital riesgo y menor cuota de los productos de alta tecnología en el total de sus exportaciones.
Además, Bruselas incide en la elevada cuota de mercado del operador dominante en las llamadas de larga distancia y en que el precio de los servicios de telecomunicaciones es superior a la media de los Veintisiete (no así los del gas y la electricidad para consumidores industriales). En cuanto a los ámbitos en que nuestro país está mejor situado, destacan, además de los precios más bajos para el gas y la electricidad, la cuota de mercado del mayor operador en el mercado de la electricidad y la importancia de las energías renovables en el suministro eléctrico. España también destaca frente a sus socios de la UE en el menor peso de las ayudas de Estado.