El ingeniero Antoni Gurguí, consejero del Consejo de Seguridad Nuclear propuesto por CiU, fue uno de los firmantes del informe que recomendó al Gobierno el pasado mes de junio que autorizara el funcionamiento de Garoña durante diez años más. Pero de poco sirvió su aval: un mes después, Zapatero decidía cerrar la central en 2013 y crear, en su lugar, un parador.
En una entrevista en El País, Gurguí reitera que el aval del CSN a Garoña estaba plenamente justificado: "Cualquier persona sensata habría hecho lo mismo. Los informes técnicos eran unánimes a favor de la prórroga. No sé hasta qué punto podíamos firmar otra cosa sin incurrir en prevaricación".
Para el ingeniero, "incluso si hubieran puesto a alguien propuesto por Greenpeace" en el Consejo, "habría avalado la prórroga". El informe, añade, no había "un atisbo de presiones políticas".
Aunque elude pronunciare sobre la actuación del Gobierno en este asunto, apunta que "como padre", le "preocupa el futuro del país". "Cerrar Garoña es un lujo caro. Me pregunto si somos un país tan rico para prescindir de elementos productivos de bajo coste", apunta. El ingeniero recuerda que el tema de la energía no se está tomando lo suficientemente en serio ni en España, ni en Europa, y pone a Francia de ejemplo, con el 70% de la energía proveniente de nucleares. Garoña, reitera, era y es una nuclear "que se ha gestionado bien". En cuatro años estará cerrada.