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Inesperada corrida bancaria en Corea del Sur

Lo peor sucede donde menos se espera. La corrida bancaria en Corea del Sur obliga al Gobierno a intervenir. 

En todas partes cuecen habas y en mi casa a calderadas, reza el viejo refrán castellano. Algo así deben estar pensando los surcoreanos desde el viernes pasado. El día 18 por la mañana se formó una fabulosa cola de varios miles de personas a las puertas del Banco de Ahorros de Busan, de la ciudad homónima en el extremo sur del país. Pretendían retirar de un golpe sus depósitos a la vista o, lo que es lo mismo, dar comienzo a una temida corrida bancaria. Tan inusual escena, y más en un país que está capeando la crisis de un modo más que aceptable, puso en alerta a todos los analistas del mundo.

En Occidente, donde la banca coreana es todo un misterio, la cuestión era saber por qué estaba sucediendo aquello en la remota ciudad coreana. Las agencias pronto lo aclararon. El organismo regulador coreano acababa de suspender durante seis meses la cotización del Banco de Busan y la de su competidor Daejeon Mutual. Los empleados de las diferentes sucursales se organizaron rápidamente, como sólo cabe esperar en Corea. Colocaron máquinas expendedoras de turno, el que quisiera vaciar su cuenta corriente no tenía más que ponerse a la cola, tomar su ticket y esperar a que le atendiesen en el mostrador.

La avalancha, sin embargo, fue de tal calibre que pronto se acabaron todos los tickets en las máquinas y sobrevino cierto caos. No había, en principio, razón alguna para el desorden ni, mucho menos, para acudir en masa al banco y retirar los ahorros. El Banco Central de Corea avisó que, a pesar de la lamentable situación de estos dos bancos, garantizaría los depósitos hasta 50 millones de won (32.000 euros). El problema vino cuando el banco informó que más de 5.000 clientes tienen en sus cuentas bancarias a la vista más de esa cantidad. Y ese fue el origen de la cola, que podemos ver a continuación tomada desde el edificio del banco. Los coreanos son disciplinados hasta para esto:

Otros muchos no llegaban a los 50 millones de won, pero habían perdido la confianza en el banco y se acercaron hasta la sucursal a recuperar lo que es suyo. Fue el caso de Cho So-Young, un jubilado de 79 años se puso a hacer cola porque tenía en la cuenta 40 millones de won (25.000 euros), un capitalito que le había llevado toda la vida acumular. "No puedo confiar ya en esta gente" dijo a un periodista local informándole de paso que pensaba "dedicar ese dinero a la boda de su nieto". En una corrida bancaria cada uno tiene su historia y sus razones para apuntarse a ella.

Los chaebol, bombas de relojería financiera

El problema de fondo no es de un banco en cuestión, sino del modelo de banca coreana, articulada en torno a los famosos "chaebol" (conglomerados), mega corporaciones que tienen intereses en infinidad de sectores. Es el caso de los tres grandes nombre de la industria coreana: Samsung, Hyundai y LG. Cada uno de ellas constituye un grupo vertical muy poderoso en el que las relaciones mutuas entre las distintas divisiones del chaebol es lo habitual.

Hyundai, por ejemplo, una marca coreana muy conocida en España por sus económicos y versátiles automóviles, es algo más que un fabricante de coches. Se dedica a la industria pesada, a la fundición de acero, a la construcción de barcos y ascensores, a la construcción, a los seguros y al mercado de valores. Y eso ahora, porque antes de la muerte de su fundador la marca llegaba mucho más lejos. A raíz de la crisis asiática del 97 la compañía fue reestructurada y se desprendió de algunas actividades.

Estos chaebol como el que capitanea Hyundai son bombas de relojería financiera. En el momento en el que una de sus divisiones empieza a ir mal los números rojos se camuflan con cierta facilidad. Si el chaebol, además, cuenta con uno o más bancos dentro de la organización la rama que más sufre es precisamente ésta.

El regulador financiero coreano, la KFC, conoce el problema y está tratando de concentrar la actividad bancaria en grandes bancos nacionales: el Woori, el Kookmin, el Shinhan y el Hana. Para ello ha resuelto inyectar dos billones de won para insuflar confianza al sistema. Además de esa ayuda de emergencia, el Gobierno ha abierto la ventanilla de liquidez hasta los 3 billones de won para que los bancos en apuros puedan coger algo de aire.

La duda ahora es saber si estas medidas in extremis sirven para algo o sólo aplazan el problema al mes que viene.          

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