Sevilla ha hecho esta afirmación en los Cursos de Verano de San Sebastián, donde ha pronunciado una conferencia titulada "Política fiscal: un instrumento para la reactivación económica".
En su charla ha admitido la necesidad de "comprometerse a reducir los déficit públicos y mantenerlos" en el pacto de estabilidad, pero ha dicho que "no hay nada de mágico en la cifra del 3%".
"Ni alcanzarla en el 2013 nos convierte en virtuosos, ni llegar a ella en 2015 supone el fin del mundo", ha mantenido Sevilla, quien ha opinado que "no pasa nada" si España alcanza esta cifra dos años después de Alemania, siempre que se explique "bien".
En este sentido, ha considerado que no hay que tener "prisa" por retirar los "estímulos económicos" de la economía adoptados en plena crisis hasta que la recuperación esté "consolidada" porque el crecimiento es "la mejor medida" para reducir el déficit público.
En cualquier caso, ha avanzado que en los próximos años España va a "vivir una reforma del gasto" público que él confía en que realmente "sea una reforma y no una sucesión de recortes".
Esta nueva situación exigirá, a su entender, "una revolución interna en la manera de gestionar" el dinero público, así como en la forma de "diseñar los presupuestos" y sobre todo en cómo "evaluar el gasto y las políticas públicas".
Ha anunciado que en el futuro "el debate fiscal en términos tributarios va a volver a estar sobre la mesa" y se van a "pagar más impuestos", por lo que será necesario plantearse "un modelo equitativo y eficaz" de fiscalidad.
Según ha explicado, esta situación conllevará que también se incorpore al debate la necesidad de que "los usuarios de algunos servicios públicos contribuyan a su cofinanciación".
Además, en materia de gasto público, será preciso introducir criterios de "evaluación y eficiencia de manera permanente", porque sólo así se podrá afrontar la parte que "es estructural y que no depende de la recuperación de la economía".
Ha dicho que una parte de este déficit estructural se ha cubierto hasta ahora en España con "los ingresos extraordinarios" procedentes del "'boom' inmobiliario", una situación que ha llevado a que "como había dinero" se haya dado "400 euros a todo el mundo", otros "2.500 por cada hijo" y que se haya puesto en marcha "una Ley de Dependencia sin estar suficientemente diseñado su coste económico".
Tras avanzar que "en los diez próximos años habrá que medir mucho" en qué se invierten los recursos públicos, ha defendido la puesta en marcha de un "mecanismo" que "permita asegurar" que se gasta en lo que hay que hacerlo y además "de manera eficiente".
Para ello será preciso, a su entender, "hacer una evaluación del gasto público inmisericorde", de forma que si un gasto es eficaz y necesario no se recorte, pero si no lo es se suprima "entero".
En su ponencia, el ex ministro ha aludido también al diferencial del bono español respecto al alemán, para aclarar que el desfase entre uno y otro no supone tanto que los mercados no se fíen de la deuda española como que "quieren sacar más dinero" por ella.
Finalmente, se ha mostrado partidario de una modificación del sistema de pensiones para que deje de estar basado en las cotizaciones de los trabajadores en activo y que quede más vinculado a la "riqueza" del país.