(Libertad Digital) Aunque el presidente del Gobierno no se de cuenta de las tremendas repercusiones que tiene la rebaja de la calidad de la deuda que emite un país, la decisión de la agencia de calificación Standard & Poor´s (S&P) de estudiar esta rebaja para el caso español ya pasa factura a las arcas del Estado.
Este jueves, se produjo la primera subasta de bonos y obligaciones del Tesoro desde que S&P puso a España en alerta roja, lo que se ha traducido en un incremento del interés que debe pagar el Estado a los compradores. La subasta ha sido un éxito, pero a un precio desorbitado.
En concreto, el organismo –dependiente del Ministerio de Economía y Hacienda- ha puesto en el mercado 1.000 millones en Obligaciones a 30 años y 2.606 millones en Obligaciones a 15 años. Con un volumen solicitado de 1.705 millones en activos el Tesoro ha dado una rentabilidad del 4,847% frente al 4,194% de la anterior emisión, un 17% más.
Por otro lado, las obligaciones a 15 años se han vendido con una rentabilidad del 4,50%.
Desde que la agencia de calificación avisó de los riesgos de una bajada de la calidad de la deuda española, el diferencial entre los bonos españoles y los españoles a diez años se ha ensanchado hasta alcanzar los 109 puntos básicos.
Teniendo en cuenta que la deuda vendida en el mercado ronda los 400.000 millones de euros, el coste extra generado por la pérdida de vigor de las finanzas públicas españolas sería mayor del 1%, es decir, que superaría los 4.000 millones de euros si se renovase esa deuda en su totalidad.
No obstante, como recuerda el economista y colaborador de LD, Francisco Cabrillo, “es evidente que la renovación de la deuda no se realiza de esta forma, pero hay que tener en cuenta dos circunstancias que hacen que una caída del índice de solvencia resulte muy preocupante”.
“En primer lugar, dada la fuerte reducción de ingresos fiscales que la crisis ha provocado y dado el incremento de gasto público de los programas con los que el Gobierno intenta sacar al país de la recesión, el Estado español va a tener que endeudarse de forma importante a lo largo de los próximos meses; y va a hacerlo en un mercado financiero enrarecido, en el que muchos países van a competir para colocar sus títulos entre los inversores y ahorradores internacionales”, indica Cabrillo.
Y, además, no es sólo el Estado quien precisa financiación. El s ector privado de la economía española está fuertemente endeudado en el exterior y tendrá que ir renovando una parte significativa de los títulos emitidos a lo largo de los próximos meses.