(Libertad Digital) Esta circunstancia no sólo se dio en España, sino en el conjunto de la Unión Europea. La aportación de los inmigrantes a la UE-15 fue de 2 puntos por año. Si se excluyese el efecto de la inmigración se produciría un descenso del 0,2 por ciento anual del producto por habitante, frente al avance del 1,8 por ciento real. El efecto positivo tuvo distintas intensidades los diferentes países europeos, oscilando entre los 4,8 puntos de Irlanda (en los que el avance del PIB per cápita pasaría del 5,9 por ciento anual al 1,1 sin la inmigración) y los 1,3 puntos de Francia (desde un 1,6 por ciento real a un 0,3 sin inmigrantes).
La gran mayoría de países europeos registrarían caídas de su producto por habitante si se resta la contribución de los inmigrantes. Los descensos más llamativos son los de Alemania e Italia (-1,5 por ciento y -1,2 por ciento anual respectivamente), Suecia (-0,8 por ciento) y España, Portugal y Grecia (todos con un -0,6 por ciento). Los únicos países que mantendrían tasas de avance positivas del PIB per cápita cuando se excluye el impacto de la inmigración son Irlanda (1,1 por ciento) y Finlandia y Francia, con dos y tres décimas por año, respectivamente
Además, la inmigración tuvo una importante incidencia en el crecimiento demográfico europeo entre 1995 y 2005, con un incremento de 11,9 millones de personas inmigradas (76,0 por ciento) sobre los 15,7 millones en los que se ha incrementado la población de la UE-15. Este avance se manifestó sobre todo en Alemania (191,2 por ciento) e Italia (117,5 por ciento), al contrarrestar los descensos registrados por la población nativa. En el caso de España, los inmigrantes explican un 78,6 por ciento del crecimiento demográfico, situándose en niveles próximos a la media del área euro (79,4 por ciento).
España ocupó el primer puesto en términos de crecimiento de población inmigrante entre 1995 y 2005 con una tasa de avance del 8,4 por ciento frente al 3,5 por ciento del área del euro y el 3,7 por ciento de la UE-15. Gracias a este hecho, la economía española lideró el crecimiento demográfico de los países europeos en la década 1995-2005, con un avance de la población del 10,7 por ciento, únicamente superado por Irlanda (14,8 por ciento), y a considerable distancia de la media del área del euro (4,4 por ciento) y la UE-15 (4,8 por ciento).