El aumento del diferencial entre el bono alemán y el español, que ha alcanzado máximos en las últimas semanas cerrando en 217 puntos básicos, es un reflejo de la desconfianza que genera en los mercados las posibilidades de recuperación de la economía española, según la agencia de calificación de riesgos Moody's.
El director del área de Deuda Soberana de la entidad, Pierre Cailleteau, explicó este martes en un seminario sobre el futuro del euro organizado por el despacho de abogados Bird&Bird y la escuela de finanzas aplicadas AFI que lo más importante no es el nivel en el que se sitúe esta prima de riesgo.
A media mañana el bono español a diez años registró un nuevo máximo histórico, el mayor desde la creación del euro, al situarse en los 212 puntos básicos respecto del alemán del mismo plazo, cerrando en 217 puntos.
Cailleteau aclaró que actualmente el rendimiento de los bonos sufre de cierta inercia y admitió que el proceso de estrechamiento llevará su tiempo.
No obstante, consideró que el creciente rendimiento que se le exige a la deuda española no es grave, dado que el Banco Central Europeo (BCE) está comprando, "lo grave", aclaró, "sería que la economía no creciera, que la economía española se estancara, algo que" según ha dicho, "podría pasar".
El directivo de Moody's explicó que la calificación del riesgo soberano se basa en la solvencia a medio plazo, y aseguró que aunque "el endeudamiento es un problema, no es un problema insuperable". Para demostrarlo puso como ejemplo Italia, un país "cuya deuda es enorme" pero que ha manejado muy bien sus finanzas, "de un modo conservador", en los últimos años.
Cailleteau explicó que actualmente la zona del euro se encuentra en una fase avanzada de la crisis soberana, tras haber atravesado una crisis financiera en primer lugar y una crisis económica a continuación.
En conjunto, calificó de "ineficaz" la gestión de la crisis, ya que aunque "no estamos peor que otras zonas", sí se ha pecado de una falta de discriminación del riesgo, por lo que se ha pasado sin transición de la exuberancia al pánico.
De repente es preciso abordar reformas, como por ejemplo en el ámbito fiscal, que se planteaban para dentro de 15 ó 20 años, así como abordar debates hace unos años impensables, como la viabilidad de la moneda única.
Según Cailleteau, se han resucitado todas las cuestiones que plantearon hace diez años los euroescépticos, tales como que sin un respaldo político fuerte no es posible una divisa fuerte, o que sencillamente el euro no es una divisa óptima.
En su opinión, el proyecto del euro no está acabado, pero por primera vez no resulta absurdo poner sobre la mesa el fin de la moneda única.
También quiso dejar claro, por lo que respecta a los desequilibrios entre los distintos estados, que no es preciso que todos los integrantes de la zona del euro tengan superávit, ni siquiera que su deuda pública sea pequeña.
Lo que hace falta, dijo, es flexibilidad de precios y de salarios, alguna regulación contra cíclica y eficaces prácticas de gestión de la crisis.
Las reformas, prosiguió, pondrán a prueba la cohesión social y serán "muy dolorosas", pero el euro sobrevivirá si hay una "transformación de las reglas del juego".